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Hernán de Solminihac es el quinto de siete hermanos. Nació en Puerto Montt en 1958 y sus recuerdos de chico son caminando con una maleta bajo la lluvia al internado de la Alianza Francesa en Osorno.

Llegó a Santiago y entró al Instituto Nacional. Metódico y responsable, no le fue difícil entrar a Ingeniería Civil en la Universidad Católica, y en su último año conoció a Alejandra Aranda, su futura esposa.

Lo que vino era más o menos lo esperado: recién casados partieron a Estados Unidos a continuar sus estudios. Al regreso, Hernán volvió a la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica.

Había sido recién electo decano de la Facultad de Ingeniería cuando en febrero del 2010 lo llamó Sebastián Piñera para sumarlo como ministro de Obras Públicas. Aún no asumía cuando un terremoto magnitud 8,8 convirtió a su cartera en un desafío monumental.

Sin embargo, lo que cambió su vida no tiene nada que ver con su carrera profesional o su rol como ministro. Durante la pandemia, un serio problema de salud cambió la vida de su hija Javiera y a los pocos meses su esposa falleció de un infarto.

En entrevista con CNN Íntimo, Hernán Eduardo de Solminihac Tampier conversó, entre otros temas, sobre los desafíos que ha debido enfrentar en el último tiempo. “Hay que ser feliz con cosas simples, aprender a vivir el trayecto y no la meta“, reflexiona.

El día que todo cambió

La vida parecía mostrarse serena para la familia De Solminihac-Aranda, pero todo cambió el 25 de mayo del 2020 luego de que una trombosis pulmonar afectara a Javiera, la mayor de sus cuatro hijos, quien en ese entonces tenía cinco meses de embarazo.

“Ha sido bien duro para nosotros como familia porque el día en que se conoce la primera persona enferma de COVID-19 en Chile, el 3 de marzo de 2020, murió mi papá. Entonces, me quedó marcada para siempre esa fecha y, dos meses después, se enferma mi hija“, cuenta.

El exministro recuerda ese 25 de mayo: “Tengo una llamada telefónica de mi yerno y me dice ‘suegro, tengo un tema con su hija’. La forma en la que me lo dijo yo no sabía bien de qué se trataba (…), pero fui en auto a la casa de ellos y cuando llego, Javiera estaba desmayada“.

“Me explica que le costaba respirar, se recupera, así que la llevamos en mi auto los dos a la clínica. Estábamos full COVID en esa época (…), llego con mi yerno, la entregamos en la entrada de la clínica y ya nunca más la vi normal. No la pude ver hasta como cuatro días después en la UTI”, agrega.

Hernán detalla que, tras descubrir que tenía trombosis, “la operan y ya de ahí nos cuentan que tuvo unos paros cardíacos y que estaba en la UTI entubada y con sedación para poder mantenerla. Pasó el tiempo, le sacaron la sedación y ahí nos dimos cuenta de que tenía daño cerebral“.

Lamentablemente, Javiera perdió a la bebé, cuyo nombre iba a ser Amelia, debido a este problema de salud. “Eso fue bastante complejo porque las probabilidades de que sobreviviera la guagüita eran muy bajas. De hecho, falleció el mismo día de la operación”.

Después les dicen que había que esperar un tiempo para saber efectivamente el daño cerebral que tenía Javiera
Lo que dicen los médicos cuando alguien sufre este tipo de cosas es que a los tres meses se sabe más o menos cómo quedaría definitivamente y a veces es bueno también seis meses, pero como el máximo. (…). Cuando llegaron los seis meses no había cambios radicales en ella, por lo tanto, me vi muy afectado y dije ‘esta es mi nueva hija’ de alguna forma.

“Empecé a probar todas las terapias alternativas que me recomendaban. (…). Me he transformado un poco, no sé si en experto, pero conocedor de muchas terapias alternativas, algunas ayudan, otras no tanto, pero las hago todas porque tengo la esperanza de que alguna de ellas, por lo menos, mejore su calidad de vida o le provoque un cambio importante“.

Mateo, su nieto, ¿qué es lo que dice de su mamá?
Mi hija fue una excelente mamá mientras estuvo en estado normal, le logró transmitir muchas cosas (…) Mateo (5) hoy sabe que es su mamá y la presenta como que está enferma y como que tiene un daño cerebral. Es como natural para él, desgraciadamente, que su mamá sea una persona que está en la cama y que no interactúa mucho con el medio.

Partida inesperada

El exsecretario de Estado cuenta que su esposa, Alejandra, “siempre tuvo la esperanza de que Javiera se iba a recuperar y peleó siempre por buscar alternativas para poderla ayudar a salir adelante”. Sin embargo, en algún momento, un médico de Estados Unidos “le dijo que no tenía mucho que aportar la medicina para sanarla”.

Ese episodio “fue un golpe muy fuerte” para ella. “Estaba destrozada, llorando a mares (…). Esa esperanza que tenía ella de que se podía recuperar con algún tratamiento, se había frustrado, y ahí, lo que yo había vivido a los seis meses de la enfermedad de mi hija, ella lo vivió en ese momento”.

A las pocas semanas de esa noticia, específicamente el 26 de octubre de 2021, un infarto fulminante durante la noche se llevó a Alejandra. “Ella no estaba enferma, incluso hace poco se había hecho la revisión anual que uno se hace para saber cómo está y todos los exámenes habían salido bien, estaba bien”.

“Incluso el lunes, porque murió en la noche de ese día, madrugada del martes, fue un día muy normal para ella. Yo desgraciadamente ese día tenía mucho trabajo (…). Tengo un pequeño dolor ahí porque no pude estar tanto con ella en el último día de su vida“, añade.

Hernán detalla que Alejandra “se acostó, conversamos, se puso a ver su serie (…). Esa mañana me despierto, miro para el lado y seguía la tele prendida, seguían los anteojos, la almohada, todo en la misma posición. Me paro, ya que no quise mirar desde el lado, di la vuelta y ahí me di cuenta de que había fallecido“.

Tu hija Javiera tuvo una reacción esa noche.
Ese día, tipo cuatro de la mañana, mi hija se despierta, se larga a llorar y no para por harto rato. No lograron contenerla y solo terminó de llorar a las 10:00 horas, cuando mi yerno va donde ella y le cuenta que su mamá falleció. Ahí se calma y deja de llorar. (..). Hay una conexión entre madre e hija, no tengo otra explicación.

—¿Qué sentido le encuentras a esto?
Es muy difícil tratar de entender y ver que lo que está viviendo uno tiene sentido. (…). Tengo que sacar fuerza y decir ‘no es una cosa buena que me tocó, pero sí es algo que tengo que superar’ y el hecho de superarla lo mejor posible te ayuda a ser una persona que puede ayudar mejor, que está más fuerte y que está preparada para otros desafíos.

Hoy soy más humano (…). Uno de los aprendizajes que he tenido estos últimos tres años ha sido el mirar más el corto plazo que el largo plazo. Cada día, al menos en el caso mío, hay que dar gracias a Dios que uno tiene salud y que puede enfrentar un día de forma razonable. Cada amistad, cada conversación, cada pregunta y cosa que uno hace hay que disfrutarlo“, afirma.

En esta línea, recalca que “hay que disfrutar las experiencias, compartir con los demás, ser feliz con cosas simples, aprender a vivir el trayecto y no la meta (…) Hay que disfrutar el camino, cada paso que uno da disfrutarlo, gozarlo y compartirlo”.

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