0

El 6 de febrero de 2023, Bárbara Hernández se convirtió en la primera persona del mundo en realizar el nado más largo en la Antártida, lográndolo en 45 minutos y 30 segundos. Desde temprana edad, supo que quería ser nadadora profesional, encontrando su estilo a los 17 años en aguas abiertas, donde demostró su capacidad y rendimiento en condiciones adversas.

Es psicóloga de la Universidad de Chile con un máster en psicología infantojuvenil. Al terminar sus estudios, descubrió la categoría del nado en aguas gélidas. Actualmente, la Sirena de Hielo se propone ser la primera persona en Latinoamérica en cumplir el reto de los siete mares.

En entrevista con CNN Íntimo, la deportista y psicóloga Bárbara Hernández conversó sobre su pasión por la natación en aguas gélidas, su experiencia en la Antártida y sus motivaciones para visibilizar la situación de los océanos.

La rutina diaria de la nadadora Bárbara Hernández comienza a las 5:00 de la mañana, cuando llega a su lugar de entrenamiento en la piscina olímpica ubicada en San Carlos de Apoquindo. “A las seis de la mañana estoy en el agua y terminamos cerca de las 8:30 de la mañana”, señaló.

En la actualidad, la deportista se encuentra realizando sesiones de kinesiología debido a una lesión. De lunes a sábado, se entrega completamente al entrenamiento, siendo el domingo su único día de descanso. Sin embargo, este día también puede ser interrumpido en caso de que necesite entrenar en aguas abiertas o en otros lugares, como Portillo.

—¿Se puede vivir como una nadadora?
—Se puede vivir como una nadadora, que está dispuesta a entregarlo todo a cambio de perseguir un sueño.

Los inicios

A los siete años, Bárbara Hernández ya amaba el mar. Acerca de sus raíces, destacó: “La mayoría de la gente piensa que soy de la Patagonia, pero la verdad es que soy de Recoleta, de una familia de mucho esfuerzo”. De aquel entonces recuerda que tener acceso al mar era un privilegio, sin embargo, ella sentía que “pertenecía al mar”.

Los primeros pasos de Bárbara en el mundo de la natación fueron en la piscina escolar de la Universidad de Chile, donde entrenó por más de 15 años. “Estos vínculos me han hecho amar el significado del privilegio que representa entrenar hasta el día de hoy”.

—¿Siempre has querido dedicarte a esto de forma profesional?
—Desde niña, siempre quise ser nadadora. Desde que vi la película de La Sirenita, también quise ser ella. Nunca pensé que iba a ser la Sirena de Hielo, pero sentía que era lo que me llamaba. Siempre tuve dos sueños en mi corazón: el primero, ir a la universidad, ya que soy la primera generación de mi familia que tiene esa oportunidad; y el segundo, poder nadar en las aguas del mundo.

Los inicios no fueron fáciles, y así lo relató la deportista: “Nunca fui una buena nadadora de piscina, no era rápida, no era fuerte y lloré toda la adolescencia por eso, y también porque uno vive las diferencias sociales”.

“Muchos años recibí entrenamiento gratis. Tal vez no era la más rápida, la que ganaba medallas, pero le ponía todo mi corazón a esta pasión que significa poder entrar al agua”, agregó.

A los 17 años, cambió de rumbo y empezó a nadar en aguas abiertas en ríos y lagos. “Esa era mi fortaleza porque me adapté muy bien”, y destacó que “amo las condiciones adversas, nadar de noche, nadar con tiburones y con lo que el océano me quiera acompañar”.

El nado en Antártida

En relación a su experiencia en las aguas gélidas de la Antártida, la deportista relató que “nuestro nado en la Antártida fue un récord Guinness, donde nadamos 2 kilómetros y medio, lo que ninguna otra persona en el mundo había logrado. Sin embargo, en nuestro circuito de natación en aguas frías, competimos en distancias que van desde los 50 metros hasta la milla, es decir, 1.600 metros, con un tiempo promedio de entre 30 segundos y 20 minutos”.

“Lo que hago con mi equipo es llevar este deporte al siguiente nivel, por eso es un deporte extremo que nos está dando visibilidad a nivel mundial”, expresó.

El nado en la Antártida requirió una preparación de tres años. “Trabajé en el manejo de mis pensamientos: ¿Qué pasaría si tengo miedo? ¿Y si siento dolor? Me refugié en mi familia, en mi pareja, y elegí muy bien al equipo que me acompañó. Mientras nadaba, los tenía conmigo. Cuando sentía mucho frío en el corazón y la hipotermia era severa, traía esas imágenes. No se trataba solo de un hito deportivo, sino de mostrar visibilidad a un lugar único en el mundo“, expresó la deportista.

Una cosa es nadar en condiciones extremas, pero tampoco soy kamikaze, y es importante contar con medidas de seguridad”, aclaró la deportista.

La pandemia

En su memoria, Bárbara Hernández tiene contados los 163 días que estuvo sin nadar. Para no dejar su disciplina de entrenamiento, adaptaron un basurero grande llenándolo de hielo para no perder la costumbre al frío. “Nunca en mi vida había estado tanto tiempo fuera del agua. En la casa de mi papá no teníamos tina y esa fue mi forma de adaptarme y aclimatarme, pero también era algo muy mental de poder controlar aunque sea un mínimo de ambiente que se pareciera al lugar donde soy feliz“, expresó.

Sobre su satisfacción al nadar en aguas gélidas, mientras que parte de la sociedad rechaza las bajas temperaturas, Bárbara reflexionó que “es algo cultural y en nuestro país estamos súper desconectados de nuestros pueblos originarios. Todo nuestro océano es muy frío y en algún minuto perdimos esa conexión con la cordillera”.

“Creo que el frío es algo que negamos y evitamos en vez de asumirlo como parte de nuestra identidad, sobre todo en la Patagonia y en el altiplano”, afirmó la psicóloga.

—Cuando llevas tanto tiempo nadando, ¿qué es lo primero que empiezas a sentir con el frío?
—Las sensaciones más comunes son el dolor en los pies, seguido de la hipotermia que se manifiesta gradualmente y provoca la pérdida de sensibilidad en las extremidades. El cuerpo, de manera inteligente, prioriza la circulación de los órganos internos y el cerebro. En el caso de las extremidades, los capilares se dilatan y la sangre deja de circular. Por eso, la preparación y el entrenamiento son fundamentales, ya que equivalen a la cantidad de horas invertidas en piscinas a temperaturas temperadas con condiciones ideales, lo que permite que el cuerpo y la mente aprendan a nadar de memoria.

—¿Qué haces para tener esa resistencia al frío?
—Es muy importante adaptarse y reconocer que este deporte es extremo. Si bien es cierto que nuestro mar es muy frío y que cada vez hay más nadadores que se aventuran en el mundo de las aguas abiertas en estas condiciones similares, lo que nosotros hacemos es llevar este deporte al siguiente nivel con un equipo profesional y técnico que nos prepara para estas condiciones tan extremas. Yo me adapto tanto físicamente como mentalmente a estas condiciones desde siempre.

Sobre su adaptación en aguas abiertas, remarcó que “me adapto muy rápido. Cada vez nuestro entrenamiento está a un nivel más exigente”, y afirmó que “no es que todos los días necesite nadar en aguas frías, vamos planificando de acuerdo al entrenamiento, y a veces priorizamos el descanso”.

—¿Cuándo tú sientes o sabes que tienes que salir?
—En realidad, tengo un equipo que toma esa decisión por mí, porque yo no lo haría. Para nosotros, no se trata solo de nadar, sino de hacer algo con un propósito más allá de ganar una medalla o establecer un récord Guinness. Buscamos generar visibilidad sobre el océano Antártico y la protección de los océanos, además de buscar un límite sin desafiar la muerte. Para mí, nadar en aguas gélidas es una forma de abrazar la vida y de invitar a otras personas a soñar en grande.

—¿Nunca has sentido la necesidad de querer salir?
—Es parte de tu preparación, siempre vas a tener la opción de salir o de continuar, es como preguntar si todos los días tienes ganas de hacer tu trabajo. Es algo que amo, pero no necesariamente… Entonces creo que es importante destacar que la voluntad no condiciona tu éxito, sino tu disciplina y compromiso con ese propósito.

El próximo desafío de la nadadora será el circuito de los siete océanos, en el que deberá nadar durante 10 horas continuas en condiciones adversas, los días 26 y 30 de julio. “Puedo ser la primera persona sudamericana en completar este desafío y tan solo la tercera mujer latinoamericana. Esta es una forma de motivar a niñas y mujeres a atreverse a soñar en grande”, concluyó.

Tags:

Deja tu comentario