Violencia escolar: Diagnóstico de una experta tras los casos de Melipilla y San Pedro de la Paz

Por CNN Chile

04.06.2025 / 16:33

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Esta semana han ocurrido diversos casos que han estremecido a la comunidad educativa: la muerte de un adolescente en Melipilla y el tiroteo en un establecimiento, lo que ha instalado una demanda por parte del gremio docente de medidas para enfrentar la violencia escolar.


La violencia escolar se ha convertido en una preocupación central no solo para el gremio docente, sino también para especialistas en salud mental.

Camila Ovalle, psicóloga clínica y educacional, además cofundadora de bow.care, plataforma diseñada para la detección temprana de riesgos psicosociales en estudiantes, señaló en su diagnóstico que esto ha alcanzado niveles alarmantes durante 2024 y en lo que va de este año, dado que, desde su perspectiva, no es solo una crisis de convivencia en los establecimientos educativos, sino también un profundo malestar emocional y social que afecta a niños, niñas y adolescentes en todo el país.

Ovalle describió que en los últimos días se han conocido diversos hechos de violencia que han sacudido a la comunidad educativa nacional, con incidentes reportados en colegios de Melipilla, Curicó y San Pedro de la Paz.

“Estas situaciones fácilmente provocan enojo o desconcierto. Pero lo más difícil es mirar más allá del acto en sí y preguntarnos: ¿cómo llegamos hasta aquí? Esto no es un hecho aislado, sino el reflejo extremo de un malestar que se ha incubado en silencio: estudiantes desregulados emocionalmente, adultos desbordados, entornos hostiles, dinámicas familiares tensas, exclusión social, entre otros factores. Todas son señales de alerta que muchas veces se detectan tarde o simplemente no se ven”, manifestó la especialista.

En esa línea, enfatizó que la violencia visible es solo la punta del iceberg. Lo que subyace, explicó, son emociones como angustia, frustración, desesperanza, soledad y abandono emocional.

El informe 2025 de la Defensoría de la Niñez expuso que los niños, niñas y adolescentes (NNA) reportan una menor sensación de felicidad, una creciente percepción de abandono y entornos de socialización cada vez más conflictivos. “En este contexto, urge pasar de una lógica reactiva a una lógica preventiva. Necesitamos llegar a tiempo”, recalcó Ovalle.


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Para la experta, prevenir no significa simplemente intervenir cuando estalla un acto violento, sino anticiparse al detectar los signos tempranos de sufrimiento emocional, los síntomas iniciales y las señales de desregulación conductual.

“Prevenir implica establecer protocolos y normas claras, entregar herramientas confiables y capacitar a los equipos humanos para acompañar a los estudiantes desde una mirada empática, informada y no exclusivamente punitiva. Se requiere una visión de largo plazo, acompañamiento constante, sistemas efectivos de detección temprana y una comunidad adulta preparada para contener, no solo para sancionar”, explicó.

Por eso, insistió en que la violencia escolar no puede ser tratada únicamente como un problema disciplinario: es un síntoma evidente de un malestar psicológico profundo.

“La salud mental de los estudiantes está siendo gravemente afectada, y no podemos seguir normalizando la violencia como parte del paisaje escolar. Los colegios no son el problema: son parte de la solución. Pero para contener, también necesitan ser contenidos, acompañados y fortalecidos con recursos”, advirtió.


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Desde su perspectiva, los hechos recientes obligan a una profunda reflexión sobre lo que se está haciendo —y lo que no— en materia de salud mental escolar. “Un estudiante que lleva un arma al colegio no comenzó ese día a estar en riesgo; simplemente ese día lo visualizamos”, puntualizó.

Y concluyó: “Detectar riesgos en la salud mental de los estudiantes no debe depender de la intuición o la buena voluntad. Se necesita preparación, herramientas eficaces, seguimiento constante y capacidad real de intervención”.