Por María Luisa Carrión
VIDEO RELACIONADO - Asociación de Laicos de Chile, por abusos denunciados hacia los Jesuitas (07:11)
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“Hay una parte que relata como, por ejemplo, Leturia lo medía, eso lo sabíamos, muchos lo sabíamos. A mí me parece bueno que en este reportaje pueda aparecer con todas sus palabras, muchos los sabíamos y no lo dijimos, porque una cosa es saberlo y otra cosa es tener los medios de prueba”.

Es parte del relato de un exalumno de un colegio de la Compañía Jesús, que prefirió mantener su nombre en reserva, pero que confirma las denuncias que se publican en el extenso reportaje de la periodista Alejandra Matus en La voz de los que sobran.

En conversación con CNN Chile, relata que es bueno que estos antecedentes salgan a la luz y que cree que es propio de estos casos que se conozcan de a poco.

“Esto ocurre como en todos los casos de abuso sexual que ha cometido la iglesia, lo ha cometido con muchas personas siendo niños, adolescentes y para las víctimas no es fácil este proceso”, asegura, y agrega que “no es fácil por el reconocimiento y por la dificultad de enfrentarse a los jesuitas y estos procesos son fuertes para las personas en términos públicos”.

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Las mediciones

En el reportaje La furia de Roberto se conoce el relato del que sería el primer denunciante de la Compañía de Jesús y, además, el testimonio de un ex sacerdote jesuita que revela los antecedentes que habría entregado a la justicia. En el trabajo de la periodista Alejandra Matus se repiten los nombres que por años han acaparado portadas y han sido sindicados como encubridores por parte de los denunciantes.

Una vez más se vuelven a repetir nombres. Fernando Montes como el mayor encubridor dentro de la congregación jesuita, Ochagavía, Valenzuela, Baranda, son nombres que prácticamente se van repitiendo en todas las acusaciones como las personas que llevan adelante todo el proceso de encubrimiento dentro de la congregación y como están todos ligados, cómo uno va dando poder a otro y se van manteniendo y cuidando entre ellos”, señala Helmut Kramer, vocero de la red de sobrevivientes de abuso sexual eclesiástico de Chile.

Kramer no es sólo el vocero de los sobrevivientes de abuso sexual eclesiástico en nuestro país, también es uno de los denunciantes de la Compañía de Jesús. Para él, los testimonios que se recogen en el reportaje de Alejandra Matus vienen a terminar de desnudar todo lo que ellos han denunciado, como el poder de la congregación.

En el trabajo periodístico se describe cómo, por ejemplo, Juan Miguel Leturia realizaba “mediciones” a los estudiantes, las que incluían los genitales. “Para que pudieran cumplir su mandato, les hablaba de los senos de una profesora y les mostraba imágenes de revistas que tenía en su oficina, incluyendo algunas de hombres fisicoculturistas. Las mediciones las hacía en su oficina o en su dormitorio, pues vivía en la residencia jesuita del colegio”, se lee en el texto.

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Los jesuitas, uno de los más denunciados

Según el mapa– en permanente actualización – de los delitos de abuso sexual y de conciencia cometidos en entornos eclesiásticos, que realiza la red chilena de sobrevivientes de abuso sexual eclesiásticos la Compañía de Jesús está en los primeros lugares. El listado también incluye a los que han sido apuntados como eventuales encubridores.

De un total de 360 denuncias públicas, que incluye a cardenales, obispos, sacerdotes, hermanas, laicos, entre otros, el primer lugar en las órdenes religiosas es para los Salesianos, con 31 denuncias. Le siguen los Hermanos Maristas, con 29 y, en tercer lugar, aparece la Compañía de Jesús, con 24.

Para el ex estudiante del colegio de los jesuitas no hay dudas de que hay más casos todavía sin aparecer a la luz pública.

“En las dinámicas de los abusos eclesiásticos siempre hay una cifra negra. No podría decir cuántos, pero sin lugar a dudas hay gente que no ha hecho su denuncia de manera oficial. De hecho, me consta que hay gente que no ha denunciado públicamente sus casos”, afirma.

Volviendo al reportaje de Matus, en el que se apuntan a responsabilidades de encubrimiento –entre otros de Eugenio Valenzuela, Juan Ochagavía y Fernando Montes– para Kramer, vocero de la red de sobrevivientes, está claro que eso se debe a la red de poder y los vínculos con la élite de los jesuitas.

Parte señalando que para comprender esto hay que “entender bien qué son los jesuitas en Chile” y sostiene que “los jesuitas en Chile no son los curas choros, los curas que están en la pobla, los de jeans, los jesuitas en Chile son la elite, están totalmente vinculados a las familias más poderosas de Chile y, desde allí, ellos muestran una mirada progresista. Por lo tanto, cada vez que la justicia intenta o pretende avanzar choca, choca con abogados carísimos”.

Y no sólo eso, porque también indica Kramer que “hay que ver que, por ejemplo, a Fernando Montes en un momento dado salía en la tele denunciando a Karadima, siendo que él dentro de la congregación jesuita se preocupaba de proteger a los abusadores que ha habido dentro de la congregación, y digo ‘ha habido’ porque nada nos asegura que hoy en día no esté pasando”.

¿Y ha hecho suficiente la justicia? Es la pregunta que responde el ex alumno del colegio jesuita. Para él, “el Estado ha estado ausente mucho tiempo” y no sólo en este caso, sino que en todos en los que hay víctimas de abuso sexual, de poder y de conciencia en entornos eclesiásticos.

Se les dejó como un sistema paralelo de justicia operar a la justicia canónica y es momento de que por lo menos el Estado haga un reconocimiento llevando a cabo las investigaciones. Así como en los casos de derechos humanos en que se investigó y en muchos casos para sobreseer, pero establecer la verdad, sería importante que eso ocurriera en nuestro país”, indica.

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La respuesta jesuita

No nos sorprende que exista encubrimiento de miembros de la iglesia, en especial de sacerdotes u obispos. El punto aquí que es una constante dentro de todo este tema de abusos sexuales”, sostiene Roberto Sánchez, vocero de la red nacional de laicos y laicas.

Muestra que esto se trata y se sigue tratando de un problema estructural y cultural, no son casos aislados que se cometieron una vez y que ocurrió y pasó. Acá estamos hablando de una cultura de abuso de encubrimiento, como el mismo Papa, que también es jesuita, lo reconoció hace un par de años en una carta dirigida a los chilenos. Entonces, el cambio, los cambios, también son estructurales los que se requieren”, sostiene José Andrés Murillo, uno de los denunciantes de Fernando Karadima y director ejecutivo de la Fundación para la Confianza.

La Compañía de Jesús respondió a través de un escrito al reportaje de Alejandra Matus, al que también tuvimos acceso. En él, señalan:

“(…) efectivamente nos parece necesario mirar nuestras estructuras, las falencias y sacar aprendizajes, para de esta manera evitar que nuevas situaciones abusivas puedan volver a cometerse dentro de nuestras instituciones. Estamos trabajando con profesionales laicos y con experiencia en estas materias para elevar nuestros estándares en materia de prevención, mejorar justamente aquellas estructuras que puedan haber facilitado situaciones abusivas y haciendo todo para que los hechos ocurridos no vuelvan a ocurrir”.

Apuntan, también, que han reforzado la institucionalidad creando el Centro de Prevención y Reparación y que desde abril de 2019 se han establecido acuerdos de reparación con más de 20 víctimas, las que no son solamente económicas.

Murillo, de la Fundación para la Confianza, coincide también en que los cambios deben pasar por la justicia.

“Aquí el cambio se requiere que pase por la justicia, que las personas responsables respondan realmente ante la justicia, las instancias penales y civiles, y eso permitirá que los cambios que son estructurales también se puedan ir generando siempre pensando en las víctimas y en los niños, niñas y adolescentes que siguen a su cargo”, señaló.

Justicia a la que los jesuitas hace no mucho respondieron indicando que las situaciones denunciadas en el Colegio San Ignacio de El Bosque, en algunos casos, se habrían debido a un “contexto social y cultural muy distinto al actual”.

Lo voy a decir en un tono bien irónico, los jesuitas tenían razón. Era un contexto social distinto, lo que ellos no dicen es que ese contexto lo crean ellos. Un contexto de encubrimiento, un contexto que permite una cultura de abuso dentro de la congregación donde Leturia podía meter un joven a su pieza delante de todos los demás, todos mirando y todos haciéndose los tontos. Ellos crearon el contexto distinto, ellos lo formaron para permitir que estos abusadores pudiesen transitar tranquilamente por su congregación”, señaló Helmut Kramer, vocero de la red de sobrevivientes.

Con ese contexto también podríamos entender las violaciones a los derechos humanos como parte de un contexto particular, que con eso podríamos justificar el contexto particular de la esclavitud, porque era un contexto cultural distinto. No es una respuesta aceptable, menos de una institución que tiene, entre comillas, la ‘súper vigilancia moral y la conducción moral de su rebaño’”, indica quien fuera un ex alumno de un colegio jesuita.

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