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El pasado 25 de agosto, Jorge Tobar y Rosario Madueño, ambos de nacionalidad chilena, fueron detenidos en el aeropuerto de Perú acusados de tráfico de menores.

El matrimonio había ingresado al país el 28 de julio, un día después que nacieran sus hijos Maximiliano y Rafaela gracias a un vientre subrogado, un tratamiento que realizaron en la Clínica Concebir, en Lima.

Ambos chilenos fueron detenidos, luego que la policía peruana confirmara que ella no había salido embarazada de Chile, y fueron trasladados en medio de la expectación periodística.

“Nos gritaban qué piensan hacer con los bebés, si era trata de menores”, recuerda Rosario en entrevista con la revista Sábado. “Uno me preguntó a cuánto iba a vender los riñones, si los iba a criar para explotarlos sexualmente”, agregó.

Ella asegura que la policía les explicó que, si declaraban recuperarían a sus hijos enseguida, pero eso no fue así. Los bebés, en tanto, fueron llevados a un hogar de menores.

Fue entonces cuando Rosario, haciendo uso de su derecho a un llamado, se comunicó con su hermano en Chile para contarle de la detención y pedirle los documentos del procedimiento médico.

“Me dijo, por favor escúchame bien. Estamos detenidos, nos quitaron a los niños. No tenemos nada. Necesito que busques toda la documentación del tratamiento que tenemos allá, que compres un pasaje a Lima, me los traigas y consigas un abogado. Pero ahora, Pedro.  ¡Es ahora!”, recuerda el hermano de Rosario.

Después de eso, tanto Jorge como su esposa vivieron una serie de situaciones complejas al interior de sus respectivas cárceles, sin embargo, su preocupación era qué estaba pasando con los bebés.

El 8 de septiembre, luego de cinco días y cuatro noches en la cárcel, el matrimonio fue liberado gracias a los exámenes de ADN, que confirmaron que Tobar era el padre biológico de los niños.

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Su larga lucha por ser padres

El matrimonio llegó a Perú para agotar su última oportunidad de lograr su sueño: convertirse en padres. 

Jorge y Rosario se casaron el 2003 y tres años después empezó su batalla por tener hijos. Luego de descubrir que ella tenía un tumor en el ovario, recurrieron a múltiples tratamientos.

En 2011, Rosario tuvo una pérdida a las 20 semanas y luego fue diagnosticada de cáncer a la tiroides, lo que complicó aún más las cosas.

También barajaron la opción de adoptar, pero por su edad y la reciente enfermedad, las posibilidades eran pocas.

Un médico les recomendó ir a Perú y, gracias a una ex enfermera de la clínica limeña que se ofreció para prestarles el útero, lograron concebir a sus hijos.

“Cuando los bebés nacieran, yo le iba a dar 14 mil dólares (a Isabel, la ex enfermera) como pago de un lucro cesante. Consideramos que era un valor justo”, explicó Rosario.

Pese a que todo se realizó con un acuerdo consentido y la ley peruana no define como ilegal tener hijos por este método, el matrimonio no pudo evitar la cárcel.

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