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“Estoy muy nerviosa. Es la primera vez que contaré esto en cámara” comienza diciendo Silvana Bórquez, a quien  le tiemblan las manos y aclara que no es por los 10 grados que se registran en la plaza de Ñuñoa frente a su departamento: “Necesito que haya gente alrededor”.

Fui víctima de abuso sexual desde los 14 hasta los 20 años, por un ex cura de Chillán“, sincera la médico cirujano y ginecóloga de 43 años, quien agrega que el agresor “fue expulsado de la iglesia 2 meses antes de que yo pudiera hablar por primera vez con mi familia de lo que estaba pasando”.

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Pero no asegura que no fue solo ella la víctima del sacerdote, sino también su hermana. “Al revelarlo, mi familia se dio cuenta y me creyó. Significó un antes y un después en mi vida“, agrega.

Su agresor nunca fue condenado, pero ya no pertenece a la iglesia y, actualmente, vive en un pueblo en la región de Ñuble donde tiene una pareja y un hijo.

Las preguntas cuestionadas

A Silvana le llegó un correo electrónico enviado por la Comisión Iglesia, perteneciente a la Pontificia Universidad Católica, en el que la invitaban, en su calidad de víctima de abusos sacerdotales, a participar en la encuesta Caracterización del abuso clerical en la Iglesia Católica chilena elaborada por la casa de estudios para “conocer la naturaleza y el impacto del abuso perpetrado por el clero chileno”.

“No existe posibilidad de contestar una encuesta así”, manifiesta. El mail entrega un link que redireccionaba a la mencionada encuesta, cuyas preguntas desataron su rabia. “Me fui encontrando con consultas tan revictimizantes y absurdas como ‘¿cuando se daba las situaciones de abuso, cuántas horas rezabas?‘ o ‘¿existió tocaciones de parte de él a ti, y de ti a él?”, recuerda.

Pero las preguntas polémicas de esta encuesta respondidas de manera online, no cesaban en lo anteriormente descrito. Silvana añade que también preguntaban “si existió alguna búsqueda. Si la víctima buscaba al abusador. Dónde se habían dado los encuentros, si en un motel, si en una parroquia. No sé en qué contexto eso podría ayudar a una víctima a reparar”.

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A lo anterior, Gonzalo Dezerega, denunciante en el caso de la congregación Hermanos Maristas, agrega que “cada vez que uno cuenta lo que vivió, lo que le pasó, es parte de tu vida de sufrimiento“.

Para Ignacio Fuentes, psicólogo clínico y miembro del grupo Miradas, el trato de estos temas con víctimas de este tipo de delitos, requiere de un cuidado mayor al momento de realizar cualquier estudio: “Es muy difícil en estos casos poder hacer una pregunta cruda a personas que todavía pueden estar siendo afectadas por las consecuencias que muchas veces son a largo plazo por las temáticas de abuso”.

La respuesta de la UC

Antes estos cuestionamientos, la UC decidió suspender la encuesta. Consultados por CHV Noticias, explicaron, por medio de un comunicado, que se trató de un “malentendido. La encuesta comenzó a circular entre un grupo de sobrevivientes antes de que todo su contenido contara con las aprobaciones de las distintas instancias dentro de la Red”.

Y también añaden que “esta situación generó confusión y malestar entre algunos de sus miembros que como Comisión asumimos y lamentamos, haciendo llegar nuestras más sinceras disculpas a todos quienes a partir de estos hechos se han sentido ofendidos y revictimizados”.

El otro estudio polémico

Pero el anterior no fue el único estudio cuestionado. Casi el mismo día que Silvana recibió la solicitud de la Comisión Iglesia UC, Dezerega también recibió un correo electrónico donde le pedían colaborar para una investigación que hacía la escuela de Derecho de la Universidad Católica, encomendada por la propia Conferencia Episcopal.

Si bien lo anterior no se trataba de una encuesta online, sí significaba, según Gonzalo, volver a contar lo que ya está relatado en los expedientes judiciales. “Es una falta de tino, una falta de respeto hacia cada uno de nosotros los sobrevivientes“, sentencia.

El día que le llegó este correo fue el mismo en que Santiago Silva, presidente de la Conferencia Episcopal, declaraba como imputado por delito de obstrucción en el caso de los abusos de la Congregación de Los Hermanos Maristas, donde una de sus víctimas es el propio Gonzalo. “En vez de hacer eso (estudios), deberían entregar todos los antecedentes a la justicia y no seguir obstruyendo las causas“, añade.

La entidad de la iglesia declinó hablar ante las consultas de CHV Noticias.

Crisis profunda

Según la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos, en Chile hay más de 230 denuncias relacionadas con delitos sexuales que implican a personeros de la institución católica, desde cardenales para abajo. Un reporte preocupante de la que la propia iglesia pareciera no hacerse cargo.

Marcial Sánchez, doctor en historia y experto en temas religiosos, así lo explica: “Tenemos investigación de 9 obispos. Tenemos dos cardenales que están siendo imputados. De estos 9 obispos, tenemos al presidente de la Conferencia Episcopal, y todavía ellos no son capaces de observarse a sí mismos y a hacer una introspección”.

La multiplicidad de casos de sacerdotes abusadores y el encubrimiento de la jerarquía, han mermado en la confianza con los chilenos católicos.

Según el último informe Latinbarómetro 2018, la iglesia, incluyendo a todas las existentes, cuenta con una confianza de un 63% en toda América Latina. Es la institución que registra el porcentaje más alto. Sin embargo, la realidad chilena es muy diferente, siendo una isla en materia de comportamiento respecto a los países vecinos.

En la lista, Paraguay es el que más confianza tiene con un 82%. Le siguen Panamá (78%) y Honduras (75%). Chile, cierra esa lista, siendo el que menos confía y muy por debajo, con apenas un 27%.

La persona se empieza a relacionar directamente con Dios, no a través de la institución de la iglesia“, explica Marta Lagos, director de Latinbarómetro y Mori.

Ahora bien, si la confianza en la iglesia en general es de un 27%, respecto a la iglesia católica en específico, cae a mínimos históricos. Apenas un 8% de la población cree en esta institución, de acuerdo a resultados de Barómetro de la Política Cerc-Mori (Mayo 2019). Dicha cifra, en 1990, alcanzaba un 76%.

La gente ya no cree, pero sigue definiéndose como católica. Ricardo Gonzalez, coordinador del programa Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos (CEP), recuerda que aun hay un 55% de católicos, pero en que el año 90, dicha cifra alcanzaba el 73%.

“Como esa proporción ha ido cayendo con el paso del tiempo, pasa que las creencias van cambiando también desde el punto de vista de una sociedad como un todo“, explica el investigador.

Lo anterior, da cuenta de la crisis. Sin ir más lejos, otro ejemplo: según una encuesta del CEP del año 2018, determinó que los chilenos creen más en el “mal de ojo” (61%) que en la virgen (56%).

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