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El Presidente Piñera entró al debate: horas después de que la Cámara de Diputados aprobara un proyecto de acuerdo para rebajar a la mitad la dieta parlamentaria. Y si bien no explicitó su apoyo a la iniciativa del Frente Amplio, sí dejó en una incómoda posición a los parlamentarios de su sector, Chile Vamos, que habían votado por abrumadora mayoría en contra del proyecto.

Recogiendo el guante, hoy algunos dirigentes oficialistas se abrieron a una rebaja, siempre y cuando abarque a todas las autoriaddes del Estado, incluyendo a fiscales, universidades y empresas públicas. ¿Tiene sentido eso? Veamos lo que dicen los datos.

Dicen que la dieta de los diputados chilenos es una total anomalía dentro de la OCDE. Expresada en dólares es, por lejos, la más alta entre esos países, algo especialmentre incomprensible si nos comparamos con naciones mucho más ricas que Chile. La dieta de un diputado equivale a 33 veces el sueldo mínimo en Chile, contra 11 veces en Estados Unidos, 5 en Francia, Alemania y España, o 3 veces en Suecia y Noruega.

Nadie en todo este debate ha sido capaz de dar una explicación coherente a esta diferencia, ni mucho menos de demostrar que nuestros parlamentarios sean tanto más valiosos o productivos que los noruegos o los alemanes.

Por lo tanto, si quieren rebajar el sueldo de fiscales, rectores o directores de empresas públicas, los parlamentarios tendrían que partir por demostrar que esos sueldos también escapan totalmente a la lógica internacional y de mercado.  Sin esa mínima argumentación, más parece que algunos están buscando excusas para mantener un privilegio que no tiene explicación razonable.

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