Reuben Waithaka, un ciudadano keniano de 72 años, llegó a Estados Unidos para la ceremonia de graduación de su nieto en Alabama. Salió de la casa familiar un día después de aterrizar y no se le ha vuelto a ver. Siete semanas después, su paradero sigue siendo un misterio.
Reuben Waithaka, ciudadano keniano de 72 años, desapareció misteriosamente al día siguiente de llegar a Estados Unidos para asistir a la graduación de bachillerato de su nieto en Calera, Alabama. Había viajado casi 13.000 kilómetros desde Nairobi para compartir ese momento en familia. Nunca alcanzó a asistir a la ceremonia ni a entregar los regalos que había traído desde África.
El 15 de mayo, una cámara de timbre captó a Waithaka saliendo de la casa de su hijo a las 11:08 a.m. Media hora más tarde fue visto en una gasolinera cercana. Entró al local, saludó al dependiente, fue al baño y salió por la puerta trasera. Desde entonces, no se le ha vuelto a ver.
La policía de Calera ha desplegado una intensa búsqueda por la zona, utilizando helicópteros, drones, perros rastreadores y cámaras infrarrojas. Incluso se rastrearon áreas boscosas, edificios abandonados y paradas de camiones. Sin embargo, no se han encontrado pistas concluyentes.
“Simplemente llegó. Y se fue”, dijo su nieto Byron Barua, de 17 años, quien se graduó cinco días después de la desaparición sin la presencia de su abuelo.
Posibles episodios de confusión
Waithaka mostró signos de desorientación durante el viaje. En el segundo tramo del vuelo, desde Frankfurt a Atlanta, se volvió agitado e incoherente. Ya en suelo estadounidense, sufrió una caída en una escalera mecánica y fue llevado a urgencias, donde los exámenes médicos no revelaron anomalías.
Al día siguiente, tras ducharse, desayunar y descansar, salió de la casa sin avisar. Su esposa intentó seguirlo, pero cuando volvió a cerrar la puerta del garaje, él ya había desaparecido.
Investigaciones posteriores revelaron que Waithaka habría recibido dos aventones. El último registro confirmado fue su salida de la gasolinera a las 11:43 a.m. Un testigo lo vio luego cruzar bajo una reja hacia un club de caza, internándose en una zona boscosa.
Una comunidad movilizada
El caso ha conmovido a la comunidad de Calera y a migrantes kenianos en la región. Se han pegado volantes, hecho llamados públicos y organizado búsquedas voluntarias. El jefe de policía local, David Hyche, aseguró que su equipo ha trabajado sin descanso: “Era urgente hacer todo lo posible por encontrarlo”, dijo, reconociendo además su conexión personal con el caso debido a que su padre también padeció demencia.
El teléfono keniano que portaba Waithaka emitió su última señal en Frankfurt, por lo que se presume que estaba en modo avión y no ha podido ser rastreado. Tampoco tenía su pasaporte consigo, ni dólares estadounidenses, lo que ha dificultado aún más su localización.
La incertidumbre más dura que el duelo
El 20 de mayo, la familia se tomó de las manos antes de la ceremonia de graduación de Byron y guardó un momento de silencio por su patriarca desaparecido. La celebración planeada incluía una fiesta por el cumpleaños 73 de Waithaka y el Día del Padre. Ninguna de esas instancias ocurrió.
“Rezo para que esté a salvo”, dijo Byron. “Fue trágico, pero intenté no dejar que me afectara por completo”.
Mientras tanto, su hijo Willington continúa pegando afiches en rutas de camiones y revisa cada zona boscosa que cruza. “Cada vez que suena mi teléfono, el corazón me da un salto”, confesó. “La incertidumbre es lo más difícil de sobrellevar”.