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En un mundo político aparentemente incapaz de sorprenderse, la renuncia de la embajadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas, Nikki Haley, provocó este martes justamente eso: sorpresa.

La reacción más común al conocerse la noticia, que Jonathan Swan de Axios reportó primero, fue “¿QUÉ?” (Un funcionario senior del Departamento de Estado le dijo a CNN que Haley solo le había comentado a su equipo sobre la renuncia el martes en la mañana). Otra fuente familiar con el asunto dijo que la renuncia de Haley tomó por sorpresa al consejero de Seguridad Nacional John Bolton y al secretario de Estado Mike Pompeo.

Y esa reacción, fue seguida por un “¿POR QUÉ?”.

La respuesta a la segunda pregunta es ahora la gran noticia. Y, la verdad, aún no sabemos por qué Haley, que parecía ser una de las pocas funcionarias del gobierno Trump que parecía capaz de estar en paz con él, la comunidad internacional y los republicanos de lo establecido, todo a la vez, tomaría semejante (y repentina) decisión.

Trump, buscando minimizar cualquier daño a sí mismo por la sorpresiva renuncia, se sentó con su saliente embajadora de la ONU poco después de que se conociera la noticia e insistió en que a) él ya sabía sobre sus planes de dejar la embajada desde la semana pasada y b) Haley había tomado la decisión porque ya había estado en el cargo dos años (de hecho un año y siete meses) y sentía que era momento de irse. (Haley dejará su cargo a final del año, dijo Trump).

“Han sido ocho años intensos”, dijo Haley refiriéndose a su cargo como gobernadora de Carolina del Sur y su tiempo en el gobierno. “Y soy una creyente en los límites de los tiempos en cargos públicos”. Y agregó: “No he decidido nada de hacia dónde voy a ir”.

Y puede que esto sea cierto, pero el hecho de que ni Bolton ni Pompeo hayan tenido pistas de que Haley se preparaba para renunciar, pone en duda parte de la explicación planeada de Trump. Y, perder a una mujer indio-estadounidense cuatro semanas antes de una elección y justo después de una pelea muy contenciosa en la Corte Suprema que se dividió profundamente según las líneas de género, el momento es mucho menos que ideal para Trump.

Estas son algunas teorías de su renuncia:

1. Fue superada por personas como Bolton o Pompeo

No es un secreto que el consejero de Seguridad Nacional y el secretario de Estado, respectivamente, son defensores de la política exterior dura. Y mientras Haley era muy dura al interior de la ONU (y del gobierno Trump), se decía que era una voz que pedía más moderación, y que mantenía la línea de establecimiento de los republicanos preferida, en privado.

Si bien Haley fue, sin lugar a dudas, una estrella en el primer año del gobierno Trump, también es cierto que ella se enfrentó a él en algunas ocasiones, entre otras cosas, en el tema de Rusia. Durante una aparición televisiva en abril, Haley anunció que Estados Unidos impondría nuevas sanciones a Rusia. Trump insistió en que no se habían implementado tales sanciones y que la Casa Blanca culpó del malentendido a una “confusión momentánea” por parte de Haley. Ella respondió rápidamente que no se “confundió”.

Con Bolton y Pompeo como las nuevas estrellas en el gabinete de Trump, Haley pudo haber visto las señales de advertencia, y decidió irse en sus propios términos (antes de que la sacaran).

2. Necesita ganar más dinero

Haley ha pasado mucho tiempo en cargos de elección (o nombramientos). Antes de ser elegida gobernadora de Carolina del Sur en 2010, pasó seis años como miembro de la Cámara de Representantes del estado. Esos no son trabajos muy lucrativos. En 2015, un año antes de que fuera elegida para trabajar en el gobierno de Trump, ella y su esposo reportaron un ingreso anual de poco más de 170.000 dólares. En 2014, ese número fue más cercano a los 190.000 dólares. Y en 2013, Haley y su esposo, Michael, dijeron haber ganado 270.000 dólares.

De acuerdo con su información financiera de 2018, Haley reportó un número significativo de deudas pendientes, incluyendo entre 25.000 y 65.000 dólares en tarjetas de crédito, una hipoteca que excede el millón de dólares y una línea de crédito entre 250.000 y 500.000 dólares.

Con un hijo en la universidad y otro a punto de llegar en los próximos años, Haley podría haber sido atraída por los salarios de siete cifras disponibles para alguien con un currículum como el suyo en el sector privado.

(También vale la pena anotar: Durante el fin de semana, Citizens Responsibility and Ethics en Washington, un organismo de control de ética del gobierno, solicitó una investigación sobre la aceptación por parte de Haley de siete vuelos gratuitos de empresarios de Carolina del Sur en 2017).

3. Quiere ser presidenta

Hay pocas dudas de que Haley tenga en la mira la Casa Blanca en algún momento en el futuro. (¿Alguna duda? Haley trajo a su asesor político más confiable, y encuestador, Jon Lerner, a la ONU).

Al saber que su renuncia provocaría hablar de un posible desafío primario para Trump en 2020, Haley se rió de la posibilidad durante sus comentarios del martes, dejando claro que planea hacer campaña por Trump dentro de dos años.

La verdad es que Haley es demasiado inteligente para competir contra Trump en 2020. Si bien los índices de aprobación de Trump no están bien en el electorado, se encuentra entre los presidentes republicanos más populares entre los votantes republicanos. Nadie vence a Trump en una primaria en 2020, ni Haley, ni nadie.

PERO, el hecho de que Haley no se vaya a postular para 2020, no significa que no lo vaya a hacer del todo. Recuerda que ya aunque Trump gane o pierda en 2020, la nominación republicana de 2024 estará abierta. Sí, el vicepresidente Mike Pence es un candidato probable, especialmente si Trump gana un segundo mandato en 2020. Y él será el candidato de Trump. Pero, ¿qué pasa si hay un deseo por un candidato que tenga buenas relaciones con el mundo Trump pero que no se vea total y completamente alineado con el expresidente, por decirlo suavemente, un candidato y presidente republicano no tradicional?

¡Que entre Haley! Habrá pasado casi dos años trabajando para Trump, sí, pero, para cuando llegue el año 2024, estará seis años separada de la Casa Blanca de Trump. Lo que podría ser una cosa muy atractiva para los republicanos.

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