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Andry Hernández Romero viajó a EE.UU. para solicitar asilo y seguir su carrera artística. Acusado de vínculos con el Tren de Aragua solo por sus tatuajes, fue enviado sin juicio al Cecot, la prisión de máxima seguridad salvadoreña. Su familia y abogados denuncian una grave violación a sus derechos.
Andry Hernández Romero viajó a Estados Unidos desde Venezuela para solicitar asilo y cumplir su sueño de abrir un salón de belleza. Sin embargo, su travesía terminó de forma dramática: fue deportado a El Salvador y recluido en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la megacárcel impulsada por el presidente Nayib Bukele, bajo la Ley de Enemigos Extranjeros invocada por la administración de Donald Trump.
La decisión se basó en una supuesta vinculación con la banda criminal Tren de Aragua, debido a tatuajes que, según su familia, no tienen ninguna relación con organizaciones delictuales. “No tenían nada contra él, ninguna prueba. Solo los tatuajes”, señaló Reina Cárdenas, amiga de la infancia del joven.
Andry dejó su hogar en Capacho Nuevo, estado Táchira, en mayo de 2024 con la esperanza de establecerse en EE.UU. como maquillista. El 29 de agosto de ese año se presentó en el cruce de San Ysidro con cita agendada por la aplicación CBP One, pero fue detenido y vinculado de inmediato con el Tren de Aragua.
Tras más de seis meses en un centro migratorio, fue deportado a El Salvador en marzo de 2025, junto a otros migrantes venezolanos. Hasta hoy permanece incomunicado, sin acceso a su familia ni abogados. “Ya no podemos más”, dijo su madre, Alexis Romero, quien exige su liberación.
Andry Hernández junto a Reina Cárdenas, su amiga de la infancia. Cortesía de Reina Cárdenas
Según su entorno, los tatuajes que originaron su detención —dos coronas en las muñecas y una serpiente en el antebrazo— hacen referencia a la festividad tradicional de los Reyes Magos de Capacho, donde Andry ha participado desde niño como actor y diseñador de vestuario.
Su comunidad ha reunido más de 600 firmas en apoyo a su inocencia, además de presentar documentos de buena conducta y ausencia de antecedentes penales. “Es un ciudadano trabajador, de buena familia, sin relación alguna con pandillas”, indica la solicitud firmada.
Andry interpretando a Antípatro en la fiesta de Rayos Magos de Capacho. Cortesía de su familia
La deportación de Andry forma parte de una demanda colectiva encabezada por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), que denuncia que la invocación de la Ley de Enemigos Extranjeros viola el debido proceso. “Nuestro objetivo es que regresen a EE.UU. y tengan audiencias justas”, afirmó el abogado Lee Gelernt.
El caso ha provocado reacciones políticas en Estados Unidos. “Esto es antiestadounidense”, dijo el senador demócrata Brad Hoylman-Sigal. “Estamos hablando de un joven perseguido en Venezuela por ser gay, y ahora encerrado en una prisión extranjera sin juicio ni defensa”.
Desde Venezuela, el presidente Nicolás Maduro calificó el caso como un “secuestro” y ofreció enviar un avión para repatriar a los 253 venezolanos detenidos en el Cecot. Por su parte, Nayib Bukele propuso un intercambio de presos con Venezuela, generando una polémica internacional aún sin resolución.
Andry Hernández cumplió 32 años dentro de una celda en El Salvador. Su familia y su comunidad siguen pidiendo su liberación y regreso. “Andry importa. Su historia representa a cientos de migrantes olvidados. No nos detendremos hasta traerlo de vuelta”, dijo la abogada Margaret Cargioli, del Immigrant Defenders Law Center.
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