Hay que tener mucha personalidad. La Sociedad Nacional de la Pesca hoy hizo una indignada declaración, molestísimos, porque se pretende modificar la Ley de Pesca. Sostienen que esto va contra el crecimiento económico.
Habría que decirles que el crecimiento económico no es lo único que un país debe cautelar, pero también habría que recordarles que no hace mucho, cuando se tramitaba la ley que hoy los rige no parecían tan preocupados de este tema.
Porque el crecimiento se da mejor con un mercado sano donde la competencia es real, donde las empresas intentan ser las más eficientes sin buscar atajos ni tratar de que se las favorezca de manera indebida.
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Alegan que se está intentando castigar el financiamiento irregular de la política. Ilegal, será, y claro algo de cierto hay en esto: sin el escándalo que se produjo al conocerse el origen espúreo de esta ley, todo estaría tranquilo.
Los empresarios pesqueros argumentan que los cambios a la legislación generan incertidumbre; claro varios de ellos han estado acostumbrados a la certeza de que tenían bien defendidos en el Congreso sus intereses y que podían hasta dictar artículos completos de las normas a parlamentarios clave.
Hay muchos aspectos técnicos en discusión y los cambios no son fáciles. Varios gremios que defiende sus intereses y eso no es necesariamente malo. Pero en la declaración de SONAPESCA hay una indignación que atribuyen a razones difíciles de creer.
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El reclamo final del gremio: que el gobierno está tratando de dejar contento al senador Manuel José Ossandón por el acuerdo político que tienen con él y que la ley debiera llevar el nombre de un candidato presidencial, o sea Ossandón.
Pues bien al menos yo, prefiero que las modificaciones a la Ley de Pesca lleven el nombre de un candidato presidencial al de empresas que financiaban a políticos para lograr normas a la carta.
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