Por Mónica Rincón
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La vicepresidenta del Parlamento Europeo con maletas de dólares, o el caso de la municipalidad de Vitacura y los 2.300 millones de pesos que la Fiscalía detecta en una cuenta del ex alcalde Torrealba.

Los países no se diferencian por tener más o menos corrupción sino por cómo la combaten. Duramente o haciéndose los lesos.

No es que en un país desarrollado no haya corrupción. Lo que sí vimos en Bélgica es una rápida reacción y detenciones de seguro largo tiempo tras las rejas.

¿Qué hemos visto en Chile? Que mientras un joven preso por piratear un CD se quema en la cárcel, otros llegan a acuerdos que les evitan juicios o reciben clases de ética.

Cuando se está en medio del proceso de elección del fiscal nacional, no piensen solo en el crimen organizado y la delincuencia del portonazo, son problemas graves, pero no los únicos.

En la alfombra de nuestra democracia ya hay demasiados montoncitos, protuberancias que saltan a la vista. Porque hemos barrido muchos casos bajo esa alfombra y eso nunca termina bien.

Qué hay detrás de sobornos, léanlo al revés, son robos. Un juego de letras que tiene sentido porque la corrupción nos roba muchas cosas y la más importante de ellas… la confianza en la democracia.

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