En conversación con CNN Chile AM, Julio Cifuentes, director ejecutivo del Proyecto B, advirtió sobre el aumento de delitos cometidos por menores de edad y llamó a abordar el fenómeno desde sus causas estructurales.
Frente al creciente número de delitos cometidos por adolescentes en distintas regiones del país, el director ejecutivo del Proyecto B, Julio Cifuentes, abordó en conversación con CNN Chile AM, el fenómeno desde su raíz estructural, señalando que detrás de cada joven que incurre en conductas delictivas hay trayectorias marcadas por violencia, abandono y exclusión social.
“Lo primero es empatizar con las víctimas, sin duda. Pero también debemos hacer un doble clic y entender cómo esos jóvenes llegaron ahí”, afirmó Cifuentes, quien lidera una organización que trabaja con menores infractores de ley, acompañándolos en procesos de reinserción social y laboral.
Según sus datos, un alto porcentaje de adolescentes que cometen delitos provienen de contextos familiares marcados por la inestabilidad.
“Cerca del 40% ha tenido un familiar privado de libertad; un 25% vivió violencia intrafamiliar, y un 60% fue abandonado por alguno de sus padres en la infancia”, detalló. A ello se suman factores como la desescolarización —solo un 20% de los jóvenes en su programa termina cuarto medio— y el consumo temprano de drogas y alcohol.
Además de las vulnerabilidades individuales y familiares, Cifuentes subrayó la creciente influencia de una “contracultura” que normaliza y glorifica la violencia. “El uso de armas en redes sociales o en la música se presenta como algo positivo, lo que incide en la percepción que los jóvenes tienen sobre la ilegalidad”, indicó.
Frente a este escenario, el experto llamó a una respuesta decidida desde el Estado: “Tenemos que invertir seriamente en programas de prevención y reinserción. Hoy existen iniciativas con resultados comprobados, pero con escasa cobertura. Sabemos qué funciona, pero no lo estamos haciendo a la escala que se requiere”.
En el caso del Proyecto B, por ejemplo, solo un 10% de los jóvenes que han pasado por su plan de reinserción reincide, en contraste con el 36% a nivel nacional. “Eso demuestra que es posible rehabilitar, pero se necesita profesionalismo, continuidad y financiamiento”, insistió.