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Después de seis semanas de fuertes combates, tres intentos de treguas fallidos, Armenia, Azerbaiyán y Rusia anunciaron esta semana el fin de la guerra por la disputada región de Nagorno Karabaj. Se estima que el conflicto ha dejado más de cinco mil muertos.

En Última Mirada, el analista internacional Raúl Sohr explicó las implicancias de este acuerdo.

“Los países periféricos, por así decirlo, no son capaces de sustentar conflictos muy largos. Seis semanas fue un conflicto muy largo que favoreció totalmente a Azerbaiyán”, afirmó. “Hasta cierto punto, Armenia dependía de Rusia para poder enfrentar esta situación y Rusia se mantuvo relativamente al margen hasta ahora”, agregó.

La mayoría de la población en Nagorno Karabaj es armenia, aunque el territorio pertenece a Azerbaiyán, que fue apoyado por Turquía durante la guerra.

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Sohr detalló que “hay una disputa bastante grande por el Cáucaso porque hay una serie de repúblicas islámicas, que eran provincias de la Unión Soviética, que se han ido autonomizando algunas, otras siguen bajo el control ruso. Pero el tema islámico es algo que preocupa mucho a Rusia. Azerbaiyán es un país de mayoría islámica”.

De tal forma que “Rusia tiene interés enorme en lo que pasa en la región caucásica y además hay una disputa por la influencia con Turquía. Turquía es un país islámico que está tratando de extender su influencia y los turcos apoyaron directamente, con recursos, a Azerbaiyán”.

Sin embargo, al ser el país garante del acuerdo, Rusia se anotó una victoria.

Así lo expresa el analista: “en esta pasada, Rusia sale como la gran ganadora. Rusia es la que establece la paz, aparece como garante y consolida su influencia en esa región”.

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