Por Mónica Rincón
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¿Es el Amazonas un patrimonio de la humanidad? Por la biodiversidad, las culturas que alberga, por su función en el calentamiento global y de regulador de clima, sí lo es.

Pero la administración de este maravilloso patrimonio deben gestionarlo los países donde se encuentra y que, además de Brasil, son Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana Francesa y Surinam.

Por lo tanto, la ayuda que se planeaba enviar debe respetar la soberanía de estas naciones y, hasta donde sabemos, así iba a ser. Tanto que era el presidente de Chile, Sebastián Piñera, el encargado de su coordinación.

¿Hay razones para que el mandatario brasileño rechace los US$20 millones ofrecidos? Una cantidad modesta para las naciones del G7, pero que implicaría dejar de atender importantes necesidades en países mucho más pobres, como los afectados por los incendios.

No, no hay razones de peso. Porque no se trata de caridad, sino de corresponsabilidad. Los países que ya se desarrollaron depredando su entorno deben aportar a otros más pobres si quieren que se conserve un terreno virgen para que nos beneficie a toda la humanidad, ellos incluidos.

Entonces, ¿qué hay detrás del rechazo de Bolsonaro? Una disputa política pequeña con el presidente francés que incluyó un insulto vergonzoso a la esposa de Macron. Hay temor de que recibir el dinero implique aceptar la magnitud, hasta ahora negada, de la catástrofe, y asumir el costo político por la responsabilidad que en ella le cabe a Bolsonaro.

¿Es el único responsable? No. El proceso de deforestación lleva décadas y todos sus predecesores también tienen culpa por acción y omisión. Pero también es cierto que hay datos de que con Bolsonaro se ha incrementado la tala y quema de bosque a manos de agricultores que se sienten ahora respaldados.

Pero no se puede tapar ni el sol ni un desastre con un dedo. Y un mínimo de responsabilidad con futuras generaciones implica sumar todas las voluntades para frenar esta emergencia. Con esas generaciones que hoy no votan.

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