Por Daniel Matamala
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Hubo de todo en la votación de la mesa de la Cámara de Diputados. En la primera vuelta, nueve opositores se abstuvieron y otros seis votaron por el candidato oficialista Jaime Bellolio, dándole un triunfo parcial. ¿Quiénes fueron? Hay distintas teorías, desde la rebelión de parte del Frente Amplio, hasta el voto de los regionalistas, e incluso eventuales pasadas de cuentas internas en la bancada de la Democracia Cristiana.

En la segunda vuelta, el fenómeno fue al revés. Ahora tres diputados oficialistas votaron por Iván Flores, dando el triunfo al candidato DC. ¿Quiénes fueron?

No lo sabemos con certeza, porque ambas votaciones fueron secretas. Sí, secretas. Nuestros representantes, quienes tienen el mandato de llevar nuestra voz al Congreso, pueden ocultar su votación y así no dar cuenta pública de sus actos.

Algunos mostraron su papeleta e incluso algunos pidieron que la votación se hiciera pública, pero ello fue rechazado por otros colegas.

No hay justificación para que los diputados se escondan en el secreto al votar. Hay que recordar una y mil veces que ellos no están allí por ser necesariamente los más capacitados o los más brillantes; están allí como nuestros mandatarios, y por lo tanto, deben rendir cuentas a su mandante, o sea, a todos nosotros, en cada una de sus votaciones.

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