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Dos nuevos obispos se van. El Papa aceptó la renuncia ahora de Alejandro Goic y Horacio Valenzuela. Son historias diferentes. Goic, un sacerdote de gran valor en la defensa de DD.HH. cuando era obispo auxiliar en Concepción, el que remeció conciencias a al hablar del sueldo ético.

Pero el mismo que hizo oídos sordos a denuncias de una cofradía de abusos en su diócesis. Horacio Valenzuela, obispo de Talca. No solo discípulo de Karadima sino acusado de ser uno de quienes habría encubierto los abusos en El Bosque.

Al parecer tiene en común no haber entendido a cabalidad su responsabilidad por acción u omisión. Goic aún se pregunta si pudo haber hecho algo más, cuando la respuesta cae de cajón.

Valenzuela pide un tibio perdón “por el dolor que pude causar y por sus deficiencias”. O sea, no tiene ninguna claridad de lo que significó para las víctimas de Karadima, por ejemplo, la carta que junto a otros mandó al Vaticano exculpándolo.

En nada ayuda que los cercanos Karadima no sean sacados todos juntos para que se entienda claramente la razón de la salida, sino en episodios separados y mezclados con otros.

Eso y el silencio sobre las razones del Papa para aceptar cada una de las 5 renuncias que ha cursado pone un manto de duda sobre cuan ejemplarizador será este proceso para la Iglesia Católica y por lo tanto cuan reparador para las víctimas pasadas y fuente de seguridad para las posibles víctimas futuras.

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