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Globos negros, estamos de luto. Así reaccionó una parte de los vecinos de Rotonda Atenas frente a la idea del acalde de Las Condes de construir una torre con viviendas sociales en su barrio.

Joaquín Lavín pone en el tapete un tema muy relevante y del cual hablamos poco: la segregación de las ciudades chilenas y demuestra su tremenda intuición política porque además está defendiendo la necesidad de mejorar la calidad de vida de vecinos de la misma comuna pero de menos recursos.

Todos queremos surgir, mejorar. Deben ser muy pocos los que viven donde nacieron. Nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros mismos hemos buscado las mejores oportunidades a nuestro alcance. Y eso muchas veces implica cambiarnos de vivienda y otras de comuna, de ciudad o del país.

Sería útil preguntarnos: de dónde surgen reacciones como las de quienes alegan que quedarán desabastecidos en sus supermercados habituales o que habrá problemas de higiene con los nuevos vecinos. Es en buena parte el miedo, el miedo a lo que y a quienes no conocemos. Y en otra parte ese afán de creer que solo lo igual a lo mío es válido.

Así cada vez más en Chile vivimos separados en suertes de gueto. Hace rato éste se volvió un país donde no es motivo de escándalo que alguien tenga que recorrer dos horas de ida y dos de vuelta para llegar a su trabajo en un lugar que parece de otro planeta. Y eso no es razonable ni humano.

Tal vez lo positivo es que tras esta discusión pudieran sentarse las bases para que a futuro el país y la política habitacional social no dé por sentado que lo esencial es mejorar la calidad de estas viviendas sino también el derecho de sus futuros dueños a que se instalen en un entorno que no sea sinónimo de los extramuros.

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