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Saber que hay que ir a la notaría puede ser suficiente para arruinarle el día a muchos. Y la atención mala y cara no es sólo una creencia, un estudio de la Fiscalía Nacional Económica lo confirmó.

Un notario gana en promedio 4 millones de pesos más que el Presidente de la República. Y estas inmerecidas rentas son de apellido monopólicas, en la conclusión de la FNE.

No sólo hay malos ratos, con una hora y 13 minutos perdidos en cada trámite notarial. Hay además entre 138 y 149 millones de dólares al año, que podrían ahorrarse con una estructura competitiva y moderna.

Como si fuera poco, no se respeta el arancel legal, que es vulnerado todos los días, a vista y paciencia del Ministerio de Justicia que lo fija y de las Cortes de Apelaciones que deberían fiscalizarlo.

El informe no sólo diagnostica, también propone una profunda reforma, en que cualquier persona que cumpla los requisitos pueda actuar como notario, aunque no tenga los “pitutos” que hoy son indispensables para el cargo.

Es el momento de preguntarnos por qué todos prometen reformar este vetusto sistema y nadie lo logra. Y sobre todo para que el Ejecutivo impulse una reforma que nos haga la vida más simple a los ciudadanos y más eficientes como país.

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