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La Justicia tarda, pero llega. Depende. De tus recursos, de tu poder, de la voluntad de otros, de los plazos de prescripción, del SII. Pero hay cosas que sí o sí son graves. Como los antecedentes revelados por La Tercera de la empresa brasileña OAS, una de las partícipes del escándalo Lava Jato.

Grave que el recaudador de fondos de la Concertación, Giorgio Martelli, a la vez ayudara a OAS a conseguir reuniones con altas autoridades. Grave que la empresa torciera la ley al usar una filial en Chile para hacer aportares políticos con fondos que venían de Brasil.

Las defensas han sido malas. Que las reuniones se transparentaron, cuando jamás supimos los chilenos que el recaudador gestionaba citas. Que OAS se adjudicó una obra y con Piñera: como si aportar a una elección no fuera una apuesta incierta y como si la adjudicación el único beneficio posible. Que el PT brasileño no financió al PS sino a MEO, como si OAS no hubiera hecho aportes por cuenta propia.

Como hemos dicho antes, todos tienen derecho a la presunción de inocencia. Pero es imperioso investigar. Sin eso, no sabremos si eventuales delitos en el marco de una campaña como tributarios, de cohecho o tráfico de influencias ocurrieron y si están prescritos: nuevas actividades eventualmente delictuales pudieron interrumpir la prescripción.

Ya sabemos que nombres como Girogio Martelli se repiten de la campaña de Frei a la de Bachelet, aunque él niegue algo ilegal con OAS, ya fue condenado en el caso SQM.

Que se investigue a fondo entonces, debiera haber sido  el clamor, antes que de nadie, de quienes se declaran inocentes.

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