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“El tiempo de la memoria” es el nombre del nuevo libro del rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña. En entrevista con Última Mirada, desde un comienzo aclara que “es mera coincidencia con este debate acerca de la historia y el currículum”, aunque de todas formas se aventura a expresar su opinión al respecto.

¿Qué es la memoria?

“Cuando uno revisa la literatura, lo que descubre es que la memoria no es el esfuerzo por mirar fidedigna o fielmente el pasado, sino que es el esfuerzo, que es muy propio de la condición humana, por evitar el pasado a la luz del futuro y de la imagen y los ideales que animan nuestra vida presente. Entonces la memoria no es un espejo fiel; es un espejo mentiroso, que deforma lo que ocurrió y nos permite vivir con él, porque nadie puede vivir con el pasado íntegro, fidedigno, a sus espaldas”, afirma Peña.

En el caso de Chile, cuya memoria está definida por los crímenes de la dictadura, “tenemos que ser capaces de retener el hecho que ocurrió, pero desproveyéndolo del dolor que lo acompaña. Hacer eso es la tarea de elaborar la memoria”.

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Aunque todos los países tienen una política de la memoria, el rector explica que existen dos formas opuestas de esta: “Por una parte, la política de la memoria que prescribe el olvido; por otra, hoy día creemos en una política de la memoria que prescribe el recuerdo. Cuando castigamos el negacionismo es porque creemos que hay ciertos hechos muy dolorosos que no podemos olvidar y que nadie puede relativizar, porque pensamos que esos hechos son portadores de un mandato de convivencia que nadie podría transgredir“.

El también miembro del directorio del Museo de la Memoria, explica que eso es justamente lo que busca el museo. “No es un museo que tenga por objeto echar sal o estrujar un limón permanentemente en la herida de las violaciones a los derechos humanos. Por el contrario, es un museo que intenta rememorar los crímenes con el afán de recordar que algo así fue la transgresión de un principio que hoy día estimamos incondicional e insalvable“.

¿Cómo se escoge qué recordar?

“Hay ciertas cosas que creemos que tenemos que recordar por razones morales y hay otras cosas que recordamos por motivos políticos y que olvidamos por motivos políticos“, señala el académico.

“Por ejemplo, la idea de nación que hoy día tenemos es el fruto de una narración que elaboró la historiografía del siglo 19, que nos enseñó que los chilenos éramos todos personas con un mismo origen, que no éramos indígenas en absoluto (…) De pronto esa narración comienza a deteriorarse, a mostrar la mentira sobre la cual se erigía. La idea de nación empieza a disolverse y empezamos a descubrir que había pueblos originarios que sepultamos con esa narración, y empiezas a elaborar otra distinta”, explica.

Y señala que incluso la idea de individuo “está infectada de historia”, porque nadie se puede imaginar a sí mismo “prescindiendo del lenguaje, de los prejuicios que el lenguaje aporta, del significado que el lenguaje permite expresar y aquel que, en cambio, obliga a mantener en silencio”.

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Historia electiva

El abogado y doctor en Filosofía comentó el cambio curricular a tercero y cuarto medio que estableció que el ramo de Historia pasará a ser optativo en dichos niveles.

Lo que yo haría es desde luego no desalojar a empujones a la historia, como al parecer ha estado ocurriendo. Yo creo que la historia, la reflexión histórica, es una parte consustancial de nuestra comunidad política y yo creo que es muy importante que los estudiantes accedan a ese tipo de reflexión”, comentó Peña.

El rector indicó que “la historia no consiste solamente en manejar o memorizar una línea de tiempo, como solemos creer. No, la historia es una reflexión sobre el pasado que nos enseña que los seres humanos no tenemos naturaleza sin historia y que todo aquello que nos parece definitivo, final, irrevocable, la historia enseña que es fugaz y transitorio. La historia lo que nos enseña es que somos libres, sin historia no hay experiencia de la libertad“.

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