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Esta es mi opinión en 360. Hay que decir que reconforta que no veamos a Chile en esa lista de los países latinoamericanos que han sido aceitados con millones de dólares en el escándalo Lava Jato.

Pero también preocupa saber que este mega caso de corrupción internacional ya nos alcanza, con la formalización a Marco Enríquez-Ominami por ese avión de la constructora OAS.

No somos inmunes a la corrupción, esa fantasía ya quedó desmentida con creces. Por eso es una muy buena noticia que anoche la Comisión Mixta del Congreso aprobara por unanimidad y tipificara el cohecho por el sólo pago a un funcionario público, sin necesidad de probar que hubo una contraprestación.

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Ese justamente fue el resquicio que permitió no acusar por ese delito al subsecretario que, recuerden ustedes, recibía millonarias mesadas del Grupo Penta mientras ejercía su cargo.

Lo llamativo, claro, es que son los mismos parlamentarios que hace apenas una semana habían rechazado esa misma idea. ¿Qué pasó en esa semana para que cambiaran su opinión? Bueno, hubo una activa campaña de líderes de opinión, de organizaciones pro transparencia, exigiendo legislar a favor de la probidad. Y funcionó.

Aunque las penas establecidas para el cohecho siguen siendo bajas, al menos es un pasito adelante en la dirección correcta. Y es también una pequeña muestra de que la sociedad civil sí puede hacer la diferencia cuando el poder político se resisite al escrutinio de la justicia.

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