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Entre 4 mil y 8 mil millones de pesos. Esa es la estimación de carabineros sobre el monto del fraude en la institución.

Un grave caso de corrupción, que se convierte en una prueba de fuego para la que los chilenos suelen premiar en las encuestas como la institución más confiable del país.

Prueba de fuego, porque precisamente lo que más valoran los chilenos en carabineros es la ausencia de corrupción sistemática, esa que en las policías de otros países se ha convertido en práctica acostumbrada.

En Chile, no. El último ejemplo lo dio el subteniente Juan Mendoza, a quien se le ofreció una coima de 65 millones de pesos para evitar una fiscalización. El subteniente rechazó el soborno y detuvo a las dos personas que intentaban evadir la justicia.

Ejemplo que contrasta brutalmente con lo que sabemos del fraude develado ayer. Al menos siete oficiales que habrían traspasado dinero desde cuentas corrientes fiscales, en un período de 6 años, en una red cuyos alcances aún se desconocen.

El general director de Carabineros enfrentó públicamente el caso, ordenó 9 retiros, incluyendo a un general por su responsabilidad de mando, y pidió que -de haber privación de libertad- los responsables vayan a la cárcel y no a recintos policiales.

Aún queda mucho por saber, como desde cuando el alto mando tuvo cono cimiento de las irregularidades y por qué eligió hacerlas públicas  en este momento.

Pero hay señales que son alentadoras como que se enfrente el caso sin minimizarlo ni cortar el hilo por lo más delgado.

Algo indispensable, para que los chilenos sigamos identificando a la policía uniformada con el ejemplo del subteniente Mendoza, y no con estos oficiales que, en palabras del general Villalobos, averguenzan a Carabineros.

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