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El Partido Comunista prometió tener un pie en La Moneda y otro en la calle. Por vocación, pero también porque intuían que iba a ser difícil pasar de la oposición al gobierno.

Y así fue. El pie de La Moneda les está saliendo extremadamente caro en términos de su cercanía con los movimientos sociales.

Comenzaron perdiendo federaciones de estudiantes como la Fech, y luego vino la Central Unitaria de Trabajadores en la cual Bárbara Figueroa tuvo que aliarse con otra lista tras perder frente a Arturo Martínez. Ahora es el Colegio de Profesores, donde la lista de Jaime Gajardo sufrió una apabullante derrota a manos de los disidentes encabrezados por Mario Aguilar. 

Pero ser oficialistas y la cercanía con una clase política desprestigiada, no fue lo único que dañó a estos dirigentes. Además de los costos políticos de ser parte de la coalición de gobierno e  incluso de sus propios errores como dirigentes, también es innegable que una izquierda más a la izquierda del PC se ha articulado y ha disputado con éxito espacios de poder social e incluso político como Sharp en Valparaíso o Boric en el Congreso.

Así la promesa de estar con un pie en La Moneda y otro en la calle puede terminar con los comunistas con los dos pies fuera de la dirigencia de los movimientos gremiales.
 

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