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Por un voto. Un voto marca la diferencia y hará que Gustavo Alessandri sea, si lo ratifica el TRICEL de Stgo,  el alcalde de Zapallar. Así es la democracia y ha ganado de manera legítima e indiscutible. 
Sí podría cuestionarse éticamente que haya postulado después de acceder a una suspensión condicional tras el pago de una multa por la acusación de la Fiscalía de haber emitido boletas ideológicamente falsas a SQM. Pero es cierto: la ley lo permite.

Y en este ámbito casi todas las colectividades tienen casos similares o peores como el DC Pedro Velásquez que después de ser destituido como alcalde por fraude al Fisco se convirtió en diputado. Es que casi todos los partidos han renunciado a regular la ética de los candidatos.
Pero el excepcional caso de Zapallar recuerda además la importancia del voto. Partidarios y detractores de Alessandri que no sufragaron debieran entender como todo ciudadano que pudieron hacer una diferencia y renunciaron a ello. 
O votando a favor del actual alcalde y consiguiendo así una victoria más contundente. O votando en contra y dando vuelta el resultado.

Otro punto vergonzoso es el mecanismo a través del cual la ley estipula que se resuelven los empates y casi se tuvo que usar en Zapallar: una moneda al aire. 
Es cierto que es un caso que rara vez se da, pero aún para los casos raros o excepcionales debe existir una buena solución (como una segunda vuelta) y no una que deje en manos de la suerte el futuro de una comuna.
La actual norma de desempate menosprecia lo seria que es cualquier elección, donde debe escucharse la voz de los ciudadanos y no mirar la cara de una moneda.
 

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