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Han pasado 10 años, 5 ministros, 3 gobiernos, 2 presidentes, y más de 6 mil millones de dólares en subsidios, y la pregunta sigue siendo la misma. Quién arreglará el Transantiago. Porque hoy sumamos a la lista otra autoridad que no pudo hacerlo: el ex ministro Andrés Gómez Lobo.

Tal como Espejo, Cortázar, Morandé y Errázuriz, Gómez Lobo deja el cargo en medio de cifras políticas y económicas adversas. Según la última encuesta Adimark, apenas el 16% de los chilenos aprueba la gestión de Transantiago, contra 83% que la rechaza.

Y el permanente dolor de cabeza del sistema, la evasión, llegó a su máximo histórico, con 34,6%, la mayor del mundo entre las ciudades con cifras comparables. Uno de cada 3 pasajeros simplemente viaja gratis.

Gómez Lobo sale, oficialmente por razones personales, en un momento especialmente crítico. Justo hoy se votaría la interpelación en su contra en el Congreso, sumada al difícil manejo del conflicto entre taxistas y Uber, y al nuevo plan de descontaminación que incluye restricción a catalíticos desde mayo.

Su sucesora es Paola Tapia, primera ministra de Transportes después de 19 hombres en el cargo y alguien que conoce esa repartición: lleva 13 años trabajando en el ministerio. Ella será la encargada de llevar adelante la que aparece como la posibilidad para arreglar el Transantiago.

La licitación para los servicios desde 2018. Una oportunidad única, que se espera hace años, para rediseñar el sistema sin los contratos de amarre con los operadores. Un ahora o nunca que queda como pesada carga sobre los hombros de la nueva ministra

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