Lejos de los estadios, Los Bunkers apostaron por una experiencia distinta: un show acústico lleno de emociones, silencios significativos y cercanía real. La banda penquista repasó clásicos, rescató joyas olvidadas y demostró que también puede conmover desde lo pequeño.
A casi dos años de su retorno triunfal, Los Bunkers volvieron a demostrar por qué su lugar en la historia de la música chilena está más que asegurado.
Pero esta vez, lo hicieron desde otro ángulo. El sábado 12 de abril, la banda dio el segundo show de lo que, en el marco de su Gira Acústica 2025, será una residencia inédita hasta fines de junio en el Teatro Nescafé de las Artes.
Una propuesta íntima y sin adornos innecesarios, donde lo esencial fue el centro de todo: las canciones, la interpretación y el vínculo con su audiencia.
Lejos del bullicio de estadios repletos, el espectáculo partió fuerte y sin contemplaciones: No me hables de sufrir abrió la noche en medio de un completo black-out, solicitado expresamente por la banda. Ni los guardias dejaron entrar a los rezagados durante esos primeros minutos.
Así comenzó la experiencia, como una declaración de principios: aquí se viene a escuchar, a sentir.

Los Bunkers en el Teatro Nescafé de las Artes el sábado 12 de abril de 2025 | Pía Figueroa @piaignaciaf
Es, también, la primera gira donde interpretaron en vivo El ruido de las cosas al caer, que apareció en cuarto lugar del repertorio. La selección de temas revisó el corazón de su MTV Unplugged, pero fue mucho más que eso: incluyó joyas rescatadas como Me muelen a palos, que Álvaro López confesó tocar con especial entusiasmo tras años fuera del set-list habitual.
El momento fue aún más especial por la complicidad con el público, que le lanzó un “¡Te amo!”, casi desgarrador al vocalista, a lo que respondió con humor: “¡Que alguien le pase un Tapsin o un agua!”.
La propuesta visual también estuvo a la altura. Un trabajo de luces preciso, que le dio protagonismo a cada miembro en los momentos clave, y una escenografía cambiante, capaz de adaptarse al clima de cada canción, fueron parte esencial del relato escénico.
Entre los músicos invitados, destacaron el Cuarteto Austral y Carmen Ruiz, quienes aportaron texturas clásicas y sofisticación al sonido desenchufado. Esta última, con brillo especial en una reinterpretación de Heart of Glass, de Blondie, junto a López.

Los Bunkers en el Teatro Nescafé de las Artes el sábado 12 de abril de 2025 | Pía Figueroa @piaignaciaf
Pero de la noche, sin duda, lo más impactante fue el silencio. Cada vez que Álvaro pedía que el público se quedara en absoluto mutismo para una interpretación, lo lograba. Nadie hablaba. Ni un teléfono. La sorpresa en su rostro era genuina: esa extrañeza de alguien que acostumbra llenar multitudes y que, sin embargo, encuentra en el recogimiento una emoción igual de poderosa.
Ver a Los Bunkers en un teatro, con entradas completamente agotadas para toda su residencia de primer semestre, es un privilegio poco frecuente.
En un país donde muchas veces se mide con una disparidad que, muchas veces, roza lo injusto, a los artistas nacionales e internacionales, estos ídolos penquistas desafían esa lógica. Y ganan.

Los Bunkers en el Teatro Nescafé de las Artes el sábado 12 de abril de 2025 | Pía Figueroa @piaignaciaf
Lo paradójico —y maravilloso— es que la misma banda que, hace casi un año, logró un hito en el Estadio Nacional con miles de personas cantando a coro una canción de Víctor Jara en el lugar donde fue asesinado, ahora logra emocionar desde lo íntimo, lo pequeño, lo cercano.
Un lujo de esos que, como los buenos vinos, en Chile existen. Pero no se disfrutan todos los días.