Por Patricio Pérez
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A Luis Miguel le gusta jugar con el misticismo que tanto se ha creado en torno a su figura. Su serie para Netflix es una evidente muestra  de esto y, por lo mismo, tampoco hay que creer todo lo que se dice sobre él.

Luego de cerca de dos horas y media de show, el astro mexicano demostró en su segunda noche en el Movistar Arena que todo lo que dicen sobre él son mentiras.

O casi todas, porque es cierto que tardó 40 minutos en aparecer, aunque es una demora que no debería preocupar mucho. También a ratos se distrae y los espacios entre canciones se extienden más de lo normal en un par de ocasiones, pero son detalles menores frente a un concierto que cumple con lo que todos desean: escuchar grandes éxitos en la voz de un artista que aún tiene mucho por dar de sí.

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El llamado “Sol de México”, a sus 48 años, es un cantante que vive una constante lucha con sí mismo: sabe demasiado que es capaz de llenar un escenario y provocar fervor con gestos mínimos. Se da el gusto de cantar pocas frases de inolvidables canciones como Hasta que me olvides y Por debajo de la mesa y dejar el ambiente disponible para el karoake masivo. Mantener la humildad parece imposible a esas alturas, pero cuando el espectáculo comienza a tambalear, le toma sólo un minuto retomar el pulso para contraatacar con un popurrí de clásicos en los que demuestra de sobra su autoridad.

A ratos, su público es tan incondicional que hasta ciertas acciones de “Micky” pasan desapercibidas frente a las ansias de los presentes por aplaudir una vez más sus piruetas vocales, las que se apreciaron especialmente en el segmento más íntimo al interpretar La Barca, La Mentira y Contigo a la Distancia, acompañado de un piano de cola.

Establecido como un crooner que parece haber jubilado anticipadamente (aún podría sorprender con nuevos hits), Luis Miguel se basta de sus 30 años de carrera para sostener un show potente, al igual que otros grandes como Julio Iglesias, Raphael y Roberto Carlos. Así, se lo ve a gusto disfrutando de los logros conseguidos tras intensos años de trabajo, paseándose por su repertorio soft pop más conocido (Suave, Te necesito, Un hombre busca una mujer), dejando de lado las rancheras y regalando más de algún recuerdo con Palabra de honor, Decídete o La chica del bikini azul.

Con Cuando calienta el sol como telón de cierre, el astro mexicano cerró su segunda noche en el Movistar Arena pateando pelotas negras que salieron de distintos puntos del recinto, y repartiendo más de 60 rosas blancas entre la audiencia, que a diferencia del público de la primera noche, se quedó sin disfrutar del último tema del setlist: un medley con Vuelve, Eres, Cómo es posible que a mi lado y Te propongo esta noche.

Un show impecable cuyos detalles, como las demoras y los gestos al sonidista (ya una marca de la casa), quedan al margen aplacados por la batería de éxitos y una voz aún potente, capaz de cautivar a varias generaciones.

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Más que una pasión

La fiesta no sólo se vivió al interior del recinto del Parque O’Higgins. Decenas de fanáticas se han reunido en las afueras del Movistar Arena por estos días, para celebrar la obra del cantante.

Con parlantes, fotos y lienzos, dos agrupaciones que siguen a “Micky” se han mantenido firmes en el lugar desde su llegada al país, mostrando su fanatismo con canciones y llamativos gritos.

Vestidas de color azul se destacan las integrantes del Fans Club “Luis Miguel Chile”. Con cinco años de existencia, por impulso de la presidenta Claudia Castillo se conocieron a través de las redes sociales y, desde entonces, se han mantenido juntas para realizar campañas sociales y celebrar anualmente los cumpleaños del “Sol de México”.

Frente a ellas se encuentran las “Rojitas Incondicionales”, agrupación que no se define como club de fans, sino que más como un grupo de amigas unidas para asistir a los conciertos.

Así lo cuenta Patricia Badilla, creadora de Tu & Yo LM, radio online que transmite las canciones del ídolo azteca las 24 horas del día, y que motivó hace un año a seguidoras de todo el país a reunirse para asistir a los shows. Entre las presentes hay fanáticas de Chillán, Antuco, Rancagua y Temuco, entre otras ciudades, algunas de las cuales incluso hacen guardia afuera del hotel Sheraton, donde descansa el artista.

Al igual que el club de fans, celebran los cumpleaños de Luis Miguel con eventos grandes y han realizado obras de caridad. “Hemos hecho campañas para los incendios del sur del año pasado, vamos a dar alegría a los hogares de ancianos y para la Teletón juntamos $561.000 en tiempo récord”, cuenta su líder.

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