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“Usted está hablando con el jefe de su jefa”, le dijo bromeando el presidente Piñera, mientras nombraba a Consuelo Valdés Chadwick (69) como la nueva ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Quien se hizo cargo de la cartera, tras el bullado caso de Mauricio Rojas, habló en extenso sobre su infancia, las experiencias que la llevaron a ser arqueóloga y máster en Antropología, su pasión por las aves y los museos.

“Los museos son memoria, pero también son espejos. Te muestran quiénes fuimos y quiénes somos. No todos nacen igual y eso se ve reflejado en la experiencia que transmiten”, cuenta Valés, quien fue directora del Museo Interactivo Mirador hasta mediados de agosto.

A continuación, te presentamos una selección de algunas confesiones y opiniones de la actual ministra de la Cultura que dio a la periodista Ximena Torres Cuativo para la Revista Paula.

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Agnóstica de un colegio católico para mujeres

Esas monjas estadounidenses que me formaron me hicieron muy bien (en referencia a su educación en el Villa María Academy). Me enseñaron a ser persona, a ser coherente, a ser liberal. Ellas nos impulsaban a desarrollar al máximo nuestro potencial, a valorar el trabajo en equipo y desarrollar el ‘school spirit’. Yo prometí al asumir como ministra, no juré, porque soy agnóstica; eso llamó la atención. Mi relación con lo divino no necesita de intermediarios, y estoy muy contenta de no necesitarlos”.

“Fui baterista mucho antes que la Juanita Parra”

“¡Mucho antes que la Juanita Parra! Con mis hermanos éramos todos buenos para la música: Aníbal tocaba el piano; la Rosario, la guitarra, así es que mi papá dijo que había que formar una orquesta y ¡me regaló una batería! Aprendí a tocar de oído. Lo primero, canciones de Luis Dimas. Finalmente, cuando la Rosario entró a estudiar Arte a la Chile armó una banda con unas compañeras y les faltaba una baterista. Ahí entré yo, que, como todavía estaba en el colegio, era medio irregular que participara. Por eso actuábamos con la cara pintada y nos llamábamos Las Incógnitas. No éramos teloneras, ¡éramos número fuerte! Tocamos hasta con Julio Zegers. Dimos recitales en el Nataniel, en el Aula Magna de la Escuela de Derecho, en un montón de lugares”.

Una buena tía, sin hijos

“Estuve casada dos veces y no tuve hijos. El destino me ha dado tanto que a veces pienso que quizás no me dio hijos porque no habría sido buena mamá. A veces siento eso. Me siento muy cabra chica; soy preguntona, observadora, inquieta, más hija que madre”.

Cultura para todos

La cultura no tiene ideología. Es de todos y para todos. Tampoco clase social; todos somos cultos, porque todos somos parte de la cultura. La cultura debe ser lo más inclusiva posible, porque no es un privilegio; es un derecho humano. Es parte de mis afanes generar una oferta cultural inclusiva, en especial para los jóvenes. Ahí hay que trabajarles a las neuronas antes de que exploten las hormonas, como dice mi amigo astrónomo José Maza, tan certeramente. Para hacer gestión cultural y lograr despertar la creatividad, la valoración de nuestra riqueza patrimonial, el gusto por todas las artes, se requiere transversalidad, diversidad, trabajar con todos. Eso es así: yo soy supertransversal, no discrimino por ideologías, porque he descubierto en mi propia experiencia que la diversidad enriquece, me hace más y mejor persona”.

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