Por Patricio Pérez

Cuando nos encontramos con Tilo González en una tarde, a días del inicio de los ensayos por Todos estos años: 50 canciones, 50 historias, concierto con el que Congreso celebrará sus cinco décadas de música, el repertorio alcanzaba el total de 49 creaciones, aunque por tiempo había que sacar algunas.

“El show está basado en los mejores momentos de nuestros shows de forma histórica, se van a recrear los conciertos que más recordamos”, cuenta el baterista y uno de los miembros fundacionales del grupo originario de Quilpué, y que ha logrado trascender en el país gracias a una inagotable inquietud por la búsqueda de nuevos sonidos y exploraciones que incluye géneros como el jazz, el rock progresivo y la fusión latinoamericana.

Lee tambiénRevelan primeras imágenes del documental de NatGeo dedicado a Luis Alberto Spinetta

Con motivo de esta especial jornada, programado para este sábado 24 de agosto en el Teatro Caupolicán (entradas vía Ticketek), y que tendrá como invitados a sus miembros históricos (como Joe Vasconcellos, Ernesto Holman y Jorge Campos) y artistas como Magdalena Matthey, Simón González e Isabel Parra, Tilo González nos cuenta en primera persona algunos hitos y pensamientos personales sobre la banda de clásicos como “Dónde estarás”, “En todas las esquinas” y “En horario estelar”. 

Sobreviviendo

Después del Golpe (11 de septiembre de 1973), tomamos la decisión de quedarnos porque había una sensación de que eramos necesarios, no nosotros solos sino que entre nosotros, con nuestros amigos, parientes. No era llegar, salir del país y dejar a la mitad de tus seres queridos en Chile, los amigos, el barrio, al menos para nosotros que somos provincianos. Decidimos hacer trinchera acá.

(A mediados de los 70) nos refugiamos en las canciones que nos dábamos cuenta que servían, que la gente iba, escuchaba, había dentro de una clandestinidad una cosa que teníamos algo en común, entre la gente que asistía en los conciertos y lo que nosotros estábamos haciendo. Nos presentábamos en la Quinta Region y alrededores, en algunas universidades, salones, parroquias, colegios. Uno se atrevía a poner su afiche por ahí, pero duraba poco (risas), pero el boca a boca funcionaba mucho.

Lee tambiénCoiffeur se arriesga con riffs y sintetizadores en “Artesanías”, su atípico nuevo sencillo

Pensar en el que está “borroso en la foto”

En nosotros hay temas recurrentes (en las canciones), que tienen que ver con las injusticias, la gente que uno a veces no toma en cuenta. Con Pancho (Francisco Sazo, voz, instrumentista y letrista) tenemos una frase: ese que está “borroso en la foto”. Ese es el que queremos sacar adelante, saber quién es ese NN que está en la calle y que todas las mañanas pasas de largo a lo mejor. Esa es una vida que tiene toda una historia y que a nadie le importa. Tiene que ver también con nuestra formación sesentera, de comunidad, además que somos hermanos, entonces hay toda una cosa que el individualismo no cabe aquí, nadie es estrella de rock, somos todos.

Los discos: Los Arqueólogos del Futuro (Alerce, 1989)

Habían tres o cuatro temas bien tocados en las radios: “Cacharpaya”, “Chatarras y cacerolas”, que está un poco basada en los cacerolazos de la época, “En todas las esquinas” y “El trapecista”, que cada vez que íbamos a la televisión nos la pedían. En ese momento estuvimos en Sábados Gigantes varias veces, muy raro, pero era un poco porque la música estaba sonando y los programas llevaban a los que sonaban.

Los discos: Tierra Incógnita (EMI, 1975)

Jorge Oñate (director artístico de EMI en los 80) era un señor que, obviamente, miraba por lo general del sello, que fuese una cuestión comercial y tenía que rendir cuentas a Inglaterra. Su quehacer era hacer música popular, pero no sé por qué se interesó en nosotros (risas) y nos dio la pasada para que grabásemos lo que quisiéramos. Nunca estuvo él diciendo ‘oye, esta canción no’, una libertad increíble.

Él se atrevió editar algunas canciones con letras que para la época eran complicadas, y ahí se las ingenió, hacía sus truques con otros sellos para no tener la culpa. Tierra Incógnita venía con etiqueta London, un sello inglés que no estaba en Chile, entonces si algo pasaba en la censura, la cosa venía de afuera. Acá nunca se había hecho. Fue una estrategia para cuidarse un poco, ese tiempo había que mirar cada vuelta de la esquina.

Lee tambiénCarlos Cabezas: “Nos gusta cuando la experiencia musical se convierte en un trance colectivo”

Los discos: Pájaros de Arcilla (CBS, 1986)

Está grabado en Buenos Aires, sin Joe Vasconcellos y sin Pancho Sazo. Ese sí que es un gran disco, muy hermoso, música maravillosa y una interpretación de muy alta factura. Lo editamos en Argentina, no se editó en Chile, ni siquiera llegaron copias, hubo un pirateo pero muy poco, es el eslabón perdido. Recuerdo que en esa época CBS estaba muy fuerte con Julio Iglesias en Chile, entonces cuando les dijimos que acabamos de grabar en Buenos Aires… “¿se podrá editar acá?”, “no, ninguna posibilidad, estamos vendiendo muy bien con Julito” (risas). Esa música sí que es de culto, es para los que les gusta la música.

El primer viaje

El 77 fuimos a Argentina a lanzar el disco Congreso (1977, EMI), que se editó acá y allá simultáneamente. Fue muy lindo porque tocamos con Alas, donde estaba un chico muy joven que se llamaba Pedro Aznar. Él recuerda que su primera salida del país a tocar fue a Santiago, que lo invitamos a tocar, era un grupo medio Emerson, Lake & Palmer, como rock sinfónico.

Nosotros estuvimos en el Gran Rex allá (Buenos Aires), y acá estuvimos en la Santa María en Valparaíso, y en Santiago parece que fue en un colegio. Ese lazo fue justamente a través de la edición de nuestro disco allá, con músicos argentinos que conocimos mientras grabábamos, y se empezó a dar. Ambos nos encontrábamos interesantes y fue todo a pulso obviamente, sin auspiciadores. Muchos años después nos vinimos a encontrar con Pedro, y de hecho grabamos un tema juntos.

Fusión con antipoesía

Pichanga (1992, Alerce) era una idea que salió de dos productores amigos que trabajaban en organizaciones que promovían los derechos de los niños. Querían hacer un disco, con toda la parafernalia de Unicef y querían convocar a Nicanor Parra, a Bororo en la pintura y Congreso en la música.

Fue muy lindo juntarse con Nicanor en su casa, inolvidable, verlo entusiasmado sacando una hoja escribiendo… “tome ahí está, llévese otra“. Lo tocamos en la Plaza de Armas y en la Quinta Vergara en el 92, y hay un documental de una chica que hizo todo cómo se grabó, muy noventero.

Lee también: Inauguran nuevo mural dedicado a Gustavo Cerati en el centro de Santiago

De los viajes en los 90…

Tocamos el museo de Historia Natural de Nueva York (1993) y nos encontramos con un representante de las etnias del extremo sur, que se fue a esa ciudad y fue a vernos, y justo en esa misma noche estaba Nicanor Parra de público. Tocamos parte de Los Fuegos del Hielo y aparecen estos dos personajes en el camarín, algo muy bonito y lo recuerdo mucho por eso.

Antes estuvo lo de Amnistía Internacional, en Santiago en la vuelta de la democracia en el Estadio Nacional (octubre de 1990) con Sting, Rubén Blades, toda es agente que al final, sin hacer alarde, estábamos considerados dentro de estos grandes de la música. Compartimos con ellos, de hecho nuestras pololas maquillaron a Peter Gabriel (risas), él fue mucho más cercano, el Rubén y la Sinead O’Connor también más que todos los demás.

El amigo Joe

(A principios de los 80) estábamos como músicos NN, en un hotel NN de Viña del Mar, y llegó otro chico NN a ofrecerse como cantante. Ese era Joe Vasconcellos. Hacíamos música ambiente para el té, para la cena, y él cantaba muy bien, hacía temas en italiano, en portugués, una locura de hotel. Probábamos canciones populares, muy conocidas, de Matia Bazar… y bueno, como tocábamos ahí, yo insistía con Congreso en ensayar.

Llegábamos los sábados más temprano a una sala donde teníamos los instrumentos y hacíamos algunas cosas, y en una de estas tardes, Joe llegó antes también y empieza a escuchar algo que no era lo que tocábamos en el hotel… “¿Qué es esto?”, “No, un proyecto…”. Al otro sábado llegó con un baúl con instrumentos de percusión y se fue dando. Después llegó con una versión de su “Hijo del sol luminoso” distinta a la que se grabó. Tuvo buena llegada en el mismo momento. Era un tema que se tocaba en la radio también, inmediatamente se notó que era la canción que abría hacia lo más popular.

Lee también: Diego Lorenzini lanza single junto a Erlend Øye: “Nos unen las ganas de mantener las cosas en escala pequeña e íntima”

Conexión con su público

En los 80, Congreso ya tenía un nombre subterráneo en todas partes de Chile. En esa época hacíamos dos shows en el Teatro Caupolicán al año y se llenaba, porque no veníamos más a Santiago, era LA fecha, nos sentíamos como regalones, tocábamos con piano acústico, escenario lleno de percusiones, siempre muy distinto a lo que se hacía en Santiago que era más rock, y esta era una volá… diría que un poco más espiritual.

Había algo que la gente nos veía como un grupo con un aura distinta, con una proposición. Como en ese tiempo había poco texto, era más instrumental y experimental. Había harto de expresión individual como intérprete, y con una propuesta que -hoy el término es fácil decirlo- de fusión, que en ese tiempo no sabíamos cómo nombrarlo, muy vanguardia.

(En los primeros años) desde que partimos, nos odiaban los folcloristas por tocar charangos con guitarra eléctrica, y los rockeros por meter quenas en un blues. Después la gente se fue acostumbrando, salieron otros grupos también que hacían algo parecido, y hoy día obviamente, el mestizaje es lo más natural del mundo.

El primer concierto

Hay una cinta del primer concierto de Congreso en Quilpué, que justamente fue el 24 de agosto. Tiene una mezcla de canciones en inglés y otra que estábamos rearmando nosotros para la banda, es un concierto muy raro, hay hasta canciones de los Beatles por ahí. Esa cinta está en la Biblioteca Nacional, medio la pidieron de que tenían que tenerla… y no le hice ninguna copia, ahora voy a tener que ir allá para pedirla. Siempre hay citas perdidas, algunas músicas, shows grabados por alguien, pero tampoco hemos sido tan cuidadosos con eso como otros grupos de guardar las cosas, como los Beatles que tienen 18 versiones de un solo tema.

La inspiración

Tardamos más en sacar discos, porque (buscamos motivos) para escribir, por qué escribir, dónde, por qué cantar. Ese es un tema que internamente se toma con mucha delicadeza, para no decir “hagamos este disco” y papapá, sino que ver realmente qué nos motiva para escribir algo nuevo, sobre todo Pancho y yo.

Sobre la composición, a nosotros nos gusta mucho -a mi sobre todo- el riesgo, el ser intruso, meterse en lugares que a veces no domino… Hicimos un disco sinfónico y yo hice los arreglos para la sinfónica y claro, sé pero no es llegar y escribir eso. Esas cosas me mantienen muy vivo y a todo el grupo. Entonces, la curiosidad, el riesgo y la intuición son los tres pilares de la banda.

50 años

No sé si es bueno decirlo o no, pero nosotros no intentamos nada. Es decir, se anhela, sería rico ir a Nueva York… bueno, ojalá, y llega. Hay otros grupos que se esmeran por ir. Nosotros estamos andando en una balsa que de repente en una noche de neblina se va a desaparecer y nadie se va a dar cuenta.

Siempre yo lo converso: uno no se entera cómo la red se va abriendo tan fácil. Quizás no es tanto, son 50 años, pero no se hace ese esfuerzo por hacerlo. Las cosas se van dando y de repente estás parado en Paris tocando… pero no hay algo que te quite el sueño. Es un presente constante, hoy es noticia qué pasa con los 50 años, pero podrían ser 48 o 45. Es un presente y futuro constante.

Tags:

Deja tu comentario