Con más de 40 aeronaves, vuelos privados, festivales, y hasta una escena en la película “Evita”, el aeropuerto de Budaörs es una cápsula del tiempo donde la aviación sigue viva.
(CNN) — Ingresar al aeropuerto de Budaörs, en Budapest, se siente más como entrar en una cápsula del tiempo que en una terminal aérea.
Ubicado en el límite del Distrito XI de la capital húngara, Budaörs fue el primer aeropuerto internacional del país y ha operado de manera continua desde 1937.
Hoy, su pista cubierta de pasto vibra con el zumbido de aeronaves ligeras: pilotos aficionados, aviones privados y helicópteros despegan a diario hacia el cielo.
El elegante edificio terminal, una joya del estilo Bauhaus nacida de un concurso de diseño en los años 30 —ganado por los arquitectos Virgil Bierbauer y László Králik—, es hoy una construcción protegida por su valor histórico.
Una reliquia de la aviación

El aeropuerto de Budaörs alberga la terminal Bauhaus, que ahora es un edificio protegido. | Jennifer Walker vía CNN Newsource
En la actualidad, la luz suave de la mañana se filtra a través del techo acristalado, proyectando sombras geométricas sobre un espacio que ha permanecido prácticamente intacto durante casi 90 años.
Con sus líneas limpias, un vestíbulo circular, pasamanos curvos y una distribución funcional que incluye control migratorio al borde de la calle y zona de descenso techada, la terminal representa fielmente el diseño moderno y utilitario de la época. Un vestigio viviente del pasado aeronáutico de Hungría.
En su época dorada, Budaörs albergó el hangar más grande de Europa y se convirtió en un hito clave de la aviación húngara. Su cercanía al centro de la ciudad y a la red ferroviaria lo hacía ideal… hasta que dejó de serlo.
Con el auge del transporte aéreo, el aeropuerto no logró expandirse al ritmo de los tiempos. Tras la Segunda Guerra Mundial, el tráfico internacional se trasladó a una nueva terminal que hoy conocemos como Aeropuerto Internacional Ferenc Liszt de Budapest. Pero Budaörs no desapareció; se transformó.
Donde el tiempo parece haberse detenido

El Cessna 182 Skylane es una de las aeronaves expuestas en el recinto. | Jennifer Walker vía CNN Newsource
“De todos los aeródromos de aviación ligera en Hungría, este probablemente sea uno de los más activos”, comenta Eszter Molnár, encargada de la operación del aeropuerto desde hace seis años.
“Recibimos muchos aviones privados desde Alemania, Países Bajos, Francia, Rumania… los pilotos vienen, pasan una o dos noches en Budapest y regresan. Algunos incluso siguen su ruta hacia otras ciudades europeas”.
Desde la parte trasera, con la pintura descascarada y la mampostería desgastada, uno podría pensar que el aeropuerto está abandonado. Pero basta cruzar las rejas y acercarse a la pista para descubrir que Budaörs sigue más vivo que nunca: helicópteros cruzan el cielo y una flota de aviones livianos se alinea lista para despegar.

El aeropuerto de Budaörs funciona desde 1937 y fue el primer aeropuerto internacional de Hungría. | Jennifer Walker vía CNN Newsource
Uno de los principales operadores del aeropuerto de Budaörs es FlyCoop, una empresa que comenzó en los años 90 prestando servicios con aeronaves agrícolas y que hoy se ha transformado en una firma de aviación integral.
Con una flota de más de 40 aeronaves, FlyCoop ofrece desde taxis aéreos y arriendo de aviones, hasta traslados en helicóptero, muy demandados durante los fines de semana de Fórmula 1 en el circuito Hungaroring. También cuentan con programas completos de formación de pilotos, tanto para húngaros como para estudiantes internacionales.
“En todo lo que tenga que ver con volar, podemos manejarlo de forma interna”, asegura Gergely Ocsovai, coordinador de formación de FlyCoop.
“Hacemos vuelos panorámicos, rutas de taxi aéreo y formación para pilotos de avión y helicóptero, hasta la obtención de licencias comerciales.”
Volar sin filas ni estrés
Aquí no hay filas eternas ni salas de embarque abarrotadas. Los vuelos turísticos son relajados, rápidos y personalizados, con opciones que van desde recorridos de 25 minutos por la ciudad hasta excursiones de una hora sobre el recodo del Danubio, Visegrád o Esztergom.
Solo se necesita reservar con antelación, llegar puntual, conocer al piloto… y en minutos estarás en el aire. Las aeronaves ligeras y los helicópteros suelen tener capacidad para tres a cinco personas.
¿Quieres sobrevolar el lago Balaton, el más grande de Europa Central? También es posible.
Aunque Budaörs no opera vuelos internacionales regulares, recibe aeronaves privadas provenientes del espacio Schengen. Para vuelos fuera de la Unión Europea, aduana e inmigración se organizan bajo solicitud.
“Si llega un avión desde fuera del área Schengen, o va a salir de ella, necesitamos un aviso con 24 horas de anticipación”, explica Eszter Molnár, administradora del aeropuerto.
“Coordinamos con los funcionarios del aeropuerto Ferenc Liszt, quienes vienen hasta acá a realizar los controles. Es un sistema poco común, pero funciona.”
Aviones con historia
Junto a su flota moderna, el aeropuerto de Budaörs guarda una colección más rara: aviones históricos que todavía pueden volar.
En un hangar contiguo, junto a los helicópteros y aviones actuales, se encuentran varias aeronaves restauradas por la Fundación Goldtimer, una organización sin fines de lucro dedicada a preservar aviones antiguos en condiciones de vuelo.
“Estos aviones requieren cuidado constante para seguir siendo operativos”, comenta Eszter. “La fundación los restaura e incluso los reconstruye desde cero si es necesario.”
Una de las joyas es un Lisunov Li-2, avión de pasajeros de la era soviética construido en Tashkent en 1949. Fue entregado a Hungría ese mismo año y tuvo usos tanto civiles como militares. Hoy, es el único ejemplar en el mundo que aún vuela.
Entre abril y octubre, es posible agendar un vuelo de 15 minutos en él por unos 50 dólares, disponible ciertos sábados. Otros modelos vintage también surcan los cielos en esas jornadas de recaudación, volando en horarios continuos desde las 10:00 hasta las 18:00 horas.
Cine, festivales y amor por los aviones
Gracias a su arquitectura de época, Budaörs ha sido locación para películas —incluyendo una breve aparición en Evita (1996), protagonizada por Madonna— y hoy funciona también como espacio para eventos.
El lunes siguiente a un festival de música electrónica, el lugar aún mostraba huellas del fin de semana: máquinas expendedoras siendo retiradas y limpieza del terreno.
“Mucha gente viene por el evento y termina agendando un vuelo”, cuenta Eszter.
“Este fin de semana, por ejemplo, celebramos el House Picnic, un festival de música electrónica. Les contamos a los asistentes que podían volar sobre la ciudad, y muchos se entusiasmaron.”

Incluso para quienes no planean despegar, el aeropuerto es un lugar digno de visita. Se puede caminar libremente por el sitio y observar los movimientos de los aviones y helicópteros en un ambiente relajado, cercano y familiar.
“Cada día aquí se siente como entrar en la historia”, dice Eszter.
“Sí, el edificio necesita restauración y especialistas, porque es una estructura protegida. Pero todos los que trabajamos acá amamos la aviación. Es fundamental mantener este lugar con vida. Solo queremos que siga funcionando, no que se lo lleve el olvido”.