Columna Jorge Jaraquemada: El camino político

Por Jorge Jaraquemada

02.04.2025 / 21:09

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Las claves para lograr una democracia seria y estable que hiciera frente a la proliferación de extremismos, señalaba Jaime Guzmán, se alcanzaría a partir de ciertos supuestos esenciales.


“Resulta preferible contribuir a crear una realidad que reclame de todo el que gobierne una sujeción a las exigencias propias de esta”, escribía Jaime Guzmán en revista Realidad el año 1979. Este artículo, titulado “El camino políticocomo ha sido la figura, pensamiento y obra del exsenador que cumple 34 años de haber sido asesinado por un comando terrorista no ha estado exento de polémicas, exégesis y tergiversaciones.

En un contexto de guerra fríalejos aún de la caída del Muro de Berlín y de la consiguiente derrota de los llamados “socialismos realescuando veníamos de sufrir un quiebre profundo de nuestra democracia iniciado por una ideología del odio y por un gobierno que socavó el estado de derecho, una y otra vez, hasta que la convivencia se hizo imposible, lo que Jaime Guzmán buscaba era diseñar un camino de retorno a la democracia sana y estable, evitando volver a sufrir la misma crisis.

Su preocupación por construir una democracia así imposible soslayarlo ha vuelto a estar presente por estos años. Chile se salvó de un conato revolucionario y del proyecto refundacional de la Convención que atentaban directamente contra la democracia. Pero nuestro sistema político y nuestra convivencia se vieron seriamente dañados.

Las claves para lograr una democracia seria y estable que hiciera frente a la proliferación de extremismos, señalaba Jaime Guzmán, se alcanzaría a partir de ciertos supuestos esenciales. Proponía el arraigo de un consenso básico sobre un cúmulo de valores democráticos que la sociedad fuera capaz de honrar como fundamento para mantener el sentido unitario de la vida social y política. Entre otras medidas de época, ello suponía el aislamiento de la violencia y un compromiso suficientemente amplio y sólido de la ciudadanía con el sistema político, el cual se desprende del beneficio transversal y justo que la democracia genera a través del progreso económico, social y cultural.

Con todo, este bosquejo no reduce la sana convivencia a un problema de sistema. De hecho, no margina la relevancia de las personas que están en el poder. Por eso Jaime Guzmán hizo de la formación e impulso de vocaciones de buenos servidores públicos una actividad constante y medular en su vida. Es decir, un ambiente que propiciara una cultura política que otorgueestabilidad y progreso eran para él un trabajo fundamental en medio de la agenda de retorno a nuestra democracia.

Como todos hemos presenciado, los intentos por derribar los consensos que dieron gobernabilidad a nuestro país partieron el año 2011 y se radicalizaron en 2019, para luego expresarse en la mayoría que integró la Convención y su proyecto de refundación. Chile hoy no cuenta con un proyecto país consensuado que vea enlos acuerdos un medio para un mismo propósito. Además, la validación, implícita y explícita, de la violencia para alcanzar esos horizontes refundacionales que conocimos ha sido un factor medular de desestabilización del sistema democrático.

Es sabido que, al retorno de la democracia en 1989, nuestro sistema político también contaba con al menos 20 partidos políticos. A pesar de ello, ese periodo es recordado como el inicio de la “democracia de los acuerdos”. No obstante, la intención de esta columna no es revivir la Concertación ni el sistema binominalque bien que ayudó a lograr el mejor momento político de nuestra historia sino cambiar nuestro sistema político para enmendar nuestro camino. Esto requiere, además y principalmente, un cambio de cultura política que suponga un consenso sobre los valores que vamos a defender. Y esto implica un acuerdo sobre el proyecto país y aislar, sin ningún resquicio, la violencia política, pues ambas cuestiones son lo que precisamente se ha roto.