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Ni pequeñas ni aisladas. Las humillaciones que han vivido, viven y esperamos no vivan más las mujeres en este país son muchas. Y por eso salieron miles a marchar hoy y aún así algunos no entienden nada. El Ministro de Educación calificó algunas humillaciones vividas en universidades de “pequeñas humillaciones”. Error. 

Cuando un profesor acusa que las mujeres estudian Derecho para encontrar marido. Cuando a una alumna le dicen “señorita qué hace con ese escote, ¿usted vino a dar una prueba o a que la ordeñen?”, es grave. Todas esas, y no sólo una violación, son grandes humillaciones.

En la vereda del frente, Miguel Crispi dijo hace unos días “hoy la causa más importante de la izquierda es el feminismo”.  Ver para creer, porque a lo largo de la historia no ha sido así.  

Esta causa trasciende izquierdas y derechas que hoy convenientemente solidarizan con ella. Pero ésta no fue la bandera central de ninguna de las candidaturas presidenciales de segunda vuelta. Hace poco parlamentarios de todos los sectores se reían cuando sus colegas pedían legislar sobre acoso sexual. 

Esta causa, que algunos intentan desacreditar como elitista cuando la enarbolan las estudiantes, es la causa sobre todo de las más sencillas, porque la desigualdad golpea más fuerte a quien menos tiene. 

A la que en su liceo le enseñan menos matemáticas que a su compañero, a la que asume sola las labores domésticas después de trabajar fuera, a la que no contratan para no pagarle sala de cuna, a la que manosean en la micro o acosan en la calle. Todas éstas, para que a más de uno le quede claro, son grandes humillaciones.

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