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Carabineros atraviesa su peor crisis institucional desde el retorno a la Democracia.

Envuelta en una investigación por un milonario fraude que alcanza a altos mandos; querellada por el CDE por licitaciones irregulares; y ahora acusados de manipular pruebas en la llamada “Operación Huracán”.

Un terremoto institucional que, sin embargo, no fue obstáculo para que el General Director de la entidad se fuera de vacaciones.

Bruno Villalobos tomó el avión rumbo a Miami el sábado por la noche, cuando apenas habían pasado 48 horas desde que estalló el último escándalo. Una decisión insólita, por el contexto y sobre todo por lo que significa políticamente.

Al parecer el Gobierno nunca fue informado directamente del viaje.

El Ministro del Interior estaba de vacaciones y recién esta mañana, en un comunicado, la Subsecretaría de Interior reaccionó dando a entender que el Ejecutivo se enteró extraoficialmente.

Y aunque solicitó su regreso inmediato, pareciera que el General Director supera todos los límites del control. No solo por este viaje, sino también por el respaldo que el Gobierno le ha dado desde que se destapó el fraude hace casi un año y por la ausencia de una reacción política más categórica, con plazos exigibles, ante los últimos hechos que además lo enfrentan a otro Poder del Estado dañando gravemente la institucionalidad y el Estado de Derecho.

¿Quién controla a Carabineros? La sensación es que el General Director Bruno Villalobos cuenta con una autonomía inédita y que la respuesta que entrega la Constitución, de la subordinación de Carabineros al Poder Político, ha quedado, al menos, cuestionada. 

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