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Hoy, finalmente el proyecto hidraoysén que pretendía construir cinco centrales eléctricas en los ríos Baker y Pascua llegó formalmente a su fin. Esta tarde las empresas Colbún y Enel anunciaron que renuncian definitivamente a llevar adelante el proyecto. 

Culmina así una de las luchas más emblemáticas entre los sectores medio ambientalistas que defendieron la “Patagonia sin represas” y las empresas que, de concretarse, concentrarían el 80 por ciento de la generación.

Aprobado durante la administración Piñera y rechazado en el actual gobierno, fueron 10 años de enfrentamientos políticos, judiciales y a nivel de las comunidades por ganar apoyos. Incluso llegó a decirse que de no ser aprobado, el efecto sería invariablemente el “apagón”.

Sin embargo, la razón que esgrimen desde las empresas es  que hoy “no es factible en términos económicos -en el contexto de la actual situación del mercado eléctrico y sus perspectivas futuras”

Es decir, tenían razón aquellos que por esos años apostaron por una incipiente industria de energías renovables no convencionales que hoy ya cubren el 20 por ciento de la matriz, aunque esa meta era esperada para el 2025.

Resultaron ser no solo más limpias y socio-ambientalmente responsables sino, además, más competitivas que las tradicionales.

 

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