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Las celebraciones dieciochenas  son sinónimo de alegrías, comida y bebestibles en abundancia.

Todo, por cierto, con el único objetivo de festejar un nuevo aniversario patrio. Por lo mismo, y con objeto de endurecer las penas estableciendo sanciones más duras a quienes manejen en estado de ebriedad y provoquen un accidente, el 17 de septiembre de 2015 se implementó una modificación a la ley de tránsito conocida como Ley “Emilia”, en memoria de Emilia Silva Figueroa, de nueve meses de edad, quien murió luego de que un chofer bajo los efectos del alcohol impactara el auto de sus padres al frente de la Municipalidad de Vitacura.

Para la abogada Alejandra Bustos lo más importante de la entrada en vigencia de la Ley Emilia es que “no se va a poder acceder al beneficio del cumplimiento de la pena en libertad, sino una vez transcurrido el cumplimiento efectivo de las dos terceras partes de la pena y no de la mitad de la pena, como hoy podría ocurrir bajo un delito común”.

La académica de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad San Sebastián agregó además que “en nuestro país, el alcohol está presente en al menos el 20% de los accidentes de tránsito que dejan víctimas fatales y se calcula que, en promedio, cinco personas mueren diariamente por esta causa y, peor aún, los siniestros viales son la primera causa de muerte en niños entre 0 y 14 años por lo tanto esta ley viene, de alguna manera, a imponer la necesidad tanto del autocuidado como del resguardo a los derechos y la vida de las personas”.

¿Cuáles son los criterios de acción de la Ley Emilia?

La Ley Emilia establece, como puntos relevantes de su aplicación, sanciones en las siguientes materias: Huir del lugar del accidente, negarse a un alcotest y accidente en estado de ebriedad.

Las multas varían de acuerdo a la gravedad de la falta, pero pueden ir entre las 3 y las 20 UTM.

Otras sanciones son, por ejemplo, la suspensión de la licencia de conducir hasta presidios que van desde los 541 a 3 años hasta los 3 a 5 años con prohibición de volver a conducir por el resto de la vida, además de la incautación del vehículo.

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