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Pablo Alarcón, estudiante de 21 años, quedó con arresto domiciliario total por TACAR a una fiscalizadora del Transantiago, una vez descubierto evadiendo el pago de la micro. Ofuscado la empujó enviándola bajo las ruedas de otro bus que pasaba por el lugar.

La mujer permanece en riesgo vital y con ventilación mecánica. La escena recuerda otro episodio, ocurrido hace poco menos de un mes en una de las estaciones de Metro. Entonces, un guardia intentó detener a un adolescente que intentaba “colarse”.

Ese día en la Estación Tobalaba, una muchedumbre trató de linchar al vigilante acusado de agredir al menor. Más tarde un video comprobó que no existió tal agresión.

Pablo Alarcón cometió un crimen y antes en el Metro pudo cometerse otro de no mediar la intervención de Fuerzas Especiales.

Ambas acciones requieren de un análisis sicológico para el estudiante de sicología y sociológico para entender a la turba enardecida y más allá, a una sociedad que exige derechos pero rechaza con violencia el cumplimiento de la más mínima obligación.

 

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