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Han esperado por décadas. Y al parecer seguirán esperando al menos hasta 2020.

Hablamos de las regiones, y del postergado anhelo de poder elegir democráticamente a sus máximas autoridades.

Ante la fractura de la Nueva Mayoría, los presidentes del PR, el PS y el PPD plantearon a La Moneda que no sería conveniente aprobar la ley que permita hacer elecciones de gobernadores regionales en noviembre próximo.

Con dos candidatos presidenciales y dos listas parlamentarias, el oficialismo también se dividiría en dos candidatos en cada región, con lo que, como reconoció el presidente del PPD “la posibilidad de ganar es prácticamente ninguna”.

Es el poder y la conveniencia política en su expresión más cruda. Si se corre el riesgo de perder, se bloquea la opción de que los ciudadanos puedan votar para elegir a sus autoridades regionales.

Y de paso se deja en incómoda posición al senador Alejandro Guillier, quien ha empujado estos comicios y hoy calificó como “un profundo error” la postergación.

Prueba de fuego para Guillier, quien deberá demostrar que efectivamente es el líder de los partidos que lo proclamaron candidato y que hoy torpedean una de sus iniciativas más importantes.

Y prueba de fuego para los políticos que deben elegir entre profundizar la democracia o cuidar intereses particulares de corto plazo.

 

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