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Este viernes Aaron Cavieres, Director de Conaf, entregó el balance final del megaincendio que afectó a la zona centro sur de nuestro país durante este verano. 467 mil hectáreas quemadas que dejaron 11 fallecidos a nivel nacional dan cuenta del tamaño de la catástrofe, que generó un costo operacional de 17 mil 400 millones de pesos. Con una velocidad de avance nunca antes vista, han dicho expertos internacionales. De hecho es el segundo incendio forestal más grande de este siglo, después del que ocurrió en Alberta, Canadá, el año pasado. Datos que la autoridad puso en la mesa para dar magnitud al trabajo de la Corporación, calificado como “extraordinario” por Cavieres, pero considerado lento y tardío por parte de algunos expertos, autoridades locales y sectores de la ciudadanía que reprueban el actuar del Gobierno y las entidades de emergencia.

Hay, eso sí, un punto de relativa concordancia: Chile necesita modernizar su sistema de emergencia hacia el futuro, porque estos episodios podrían ser cada vez más frecuentes. Temperaturas al alza y sequías más frecuentes nos pondrán a prueba nuevamente. Y eso obliga a modificaciones urgentes en términos de presupuesto, institucionalidad, prevención y gestión de emergencias, dicen los especialistas, que se haga cargo de la nueva realidad.

Bienvenidas las comisiones investigadoras que se han anunciado. Pero lo fundamental es avanzar en nuestra legislación y que los diagnósticos se hagan realidad. Tras el terremoto del 27F se prometió una reforma a la ONEMI. Falta de verdadera urgencia política, incapacidad de alcanzar acuerdos o incluso caprichos políticos, dicen algunos parlamentarios,  han entorpecido su camino. Y 7 años después uno de los países más sísmicos del mundo sigue sin aquella Ley. Ojalá esta vez no sea necesario un nuevo incendio como el que vimos hace semanas para remecernos nuevamente y avanzar a lo que el Chile de hoy, y  sobre todo del futuro, se merecen.

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