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Los sensores de alerta temprana no predicen terremotos, lo que hacen es detectar el movimiento para luego emitir señales que llegan a los centros urbanos antes que el sismo, lo que resulta útil al momento de tomar las precauciones necesarias para enfrentar un movimiento telúrico.

Sin embargo, su implementación se estima en aproximadamente US$100 millones. Cada sensor tiene un costo de 15 millones de pesos chilenos, por lo que la dificultad es hacer llegar la alerta a las personas. Es por ello que en Los Ángeles, Estados Unidos, privados desarrollan vías para compartir datos en red, lo que sería  "la respuesta pobre para una red sísmica, cada instrumento nos cuesta cien dólares" expresó el Geofísico de la Universidad de California Tech, Roberto Clayton.

En Japón, también se ha implementado un mecanismo similar (además del sistema de alerta temprana de alto costo): el llamado sismómetro doméstico, que solo sirve para el país nipón y sus alrededores, y que es hasta hoy el único instrumento de este tipo para el usuario común.

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