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Además de coludirse para evitar la intromisión de otros competidores al mercado, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) indicó que las compañías avícolas involucradas también concertaban el etiquetados de los productos.

 

Esto se estableció en relación al marinado de los pollos, que consiste en rellenar los productos con agua y sal para incluir mayor sabor, pero que también agrega más peso a la carne.

 

Por este marinado, los consumidores pagarían entre 200 y 300 pesos adicionales por kilo, lo que en un año se transformaría en una suma de dinero considerable si analizamos que en promedio, cada chileno consumió 27 kilos de pollo durante el 2010.

 

 

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